io es de poca estimacion,
porque importa poco saber muchas cosas si no se sabe hacer buen uso de
ellas. El vulgo esta enganadisimo creyendo que son grandes hombres los
que tienen gran memoria: y de ordinario para significar la excelente
sabiduria de alguno, dice que tiene una memoria felicisima. A la verdad
quando a un juicio recto se junta una memoria grande, puede ser muy
util, y creo yo que necesita el juicio del socorro de la memoria para
valerse de las especies que tiene reservadas; pero no hay que dudar, que
por si sola merece poca estimacion. Admirablemente dixo SAAVEDRA en su
Republica Literaria: _Muchos buscaban el eleboro, y la nacardina para
hacerse memoriosos, con evidente peligro del juicio; poco me parecio que
tenian los que le aventuraban por la memoria, porque si bien es deposito
de las Ciencias, tambien lo es de los males; y fuera feliz el hombre, si
como esta en su mano el acordarse, estuviera tambien el olvidarse_[a].
La memoria deposita las noticias y retiene las imagenes de los objetos;
asi se hallan en ella todas las cosas indiferentemente, y es necesario
el juicio recto para colocarlas en sus lugares. Es la memoria como una
feria donde estan expuestas mercancias de todos generos, unas buenas,
otras malas; unas enteras, otras podridas; pero el juicio es el
comprador, que escoge solamente las que merecen estimacion, y hace de
ellas el uso que corresponde, y desecha las demas. Es verdad que si no
hay abundancia y riqueza, poco tendra que escoger. Algunos leen buenos
libros, estudian mucho, y no pueden hablar quando se ofrece, porque la
memoria no les presenta con prontitud las nociones de las cosas. Estos
por lo ordinario se explican mejor por escrito, que de palabra. Muchos
han inventado diversas Artes para facilitar la memoria, y se aprovechan
de ciertas senales, para que excitandose en la fantasia, se renueven los
vestigios de otras con quien tienen conexion. Pero la experiencia ha
mostrado el poco fruto de semejantes invenciones; y sabemos ciertamente,
que nada aumenta tanto la memoria como el estudio continuado; y es
natural, porque la continua aplicacion a las letras la exercita, con lo
que contrae habito y facilidad de retener las nociones, que es su propia
incumbencia. Lo que algunos dicen de la anacardina es fabula y hablilla
que se ha quedado de los Arabes, gente credula y supersticiosa.
[Nota a: _Rep. Lit. p. 3. edic. de Alcala 1670._]
[78] Resta ahora explicar los desordenes que acompan
|