e continuamente nos
lisonjea y nos engana. Porque si nosotros regulasemos esta innata
inclinacion que tenemos acia nuestro bien y provecho, segun las reglas
que prescribe el juicio, y le conformasemos con las maximas que ensena
la doctrina de Jesu-Christo, no apetecieramos sino lo que es
verdaderamente bueno, y lo que en realidad puede conducir a nuestra
conservacion; pero el caso es que estudiamos poco para moderarlo, y su
desenfrenamiento nos ocasiona mil males. Para describir los malos
efectos que causa en las costumbres el desordenado amor propio, es
menester recurrir a la Filosofia moral, porque segun yo pienso, la
inclinacion que los hombres tienen a la grandeza, a la independencia, y
a los placeres no son mas que el amor propio disimulado, o lo que es lo
mismo, todas aquellas inclinaciones no son otra cosa, que el apetito
que tienen los hombres de su conservacion y de su bien, pareciendoles
que le han de saciar con la grandeza, con los placeres, y con la
independencia: apetito que si no se regula, como he dicho, ocasiona
grandes danos. Mas yo solo intento aqui descubrir algunos artificios con
que el amor propio nos engana en el exercicio de las Artes y Ciencias; y
si no atendemos con cuidado, nos vuelve necios, haciendonos creer que
somos sabios. Ya hemos mostrado quantos determinados errores nos
ocasionan las pasiones con que acompanamos nuestros conocimientos. A la
verdad todos estos nacen del amor propio, que es la fuente de todas las
pasiones y apetitos; mas aqui queremos en general mostrar los varios
caminos con que este oculto enemigo nos engana en el exercicio de las
Artes y Ciencias.
[82] Si alaban a nuestro contrario en nuestra presencia, alla
interiormente lo sentimos, aunque las alabanzas sean justas, porque el
amor propio hace mirar aquellas alabanzas como cosa que engrandece al
enemigo; y como el engrandecerse el enemigo ha de estorbar nuestra
grandeza, o ha de ser motivo de privarnos de algun bien, por esto no
gustamos de semejantes alabanzas. No se forman sylogismos para esto,
porque basta nuestra inclinacion poderosa acia lo que concebimos como
bien; pero si quisieramos examinarlo un poco, facil seria reducir a
sylogismos las razones que nos mueven. _Si mi enemigo se engrandece,
tiene mayores fuerzas que yo; si tiene mayores fuerzas, me ha de vencer:
luego mi enemigo me ha de vencer._ Asi hace argueir el amor propio, o de
esta manera: _Yo no quiero a mi enemigo: los demas dicen que el es
justo,
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