comunicables a
qualquiera que le buscase, y poseyese un Reyno felicisimo en todo para
sus habitadores, nos vendrian deseos de vivir con el para ser poseedores
de tantos bienes. Pero para ir a buscarle ?nos fiariamos de las luces
comunes, capaces de ser inciertas, o en si mismas, o por los conductos
por donde nos venian? Cierto es que no; antes bien procurariamos
asegurarnos por relaciones firmes, comunicadas por medios ciertos, y que
dimanasen de la misma voz del Principe, con la qual quedasemos
asegurados de sus promesas. Quien haga reflexion sobre la flaqueza del
entendimiento humano, lo poco que se sabe, y lo mucho que se ignora, la
facilidad con que caemos en el error: los extravios a que venimos por
los sentidos, por la imaginacion, por el ingenio, por los falsos
raciocinios, por la precipitacion del juicio, por falta de metodo,
cosas todas que cada uno de nosotros tiene cada dia ocasion de
experimentar en si mismo, sera preciso que confiese, que las luces
naturales del hombre no le subministran noticias bastante seguras,
fieles y constantes para llevarle al supremo Principe de todo lo criado;
para lo qual las noticias que el se ha dignado dar de si mismo por medio
de la revelacion, hacen la total certeza con que se ha de caminar a
buscarle.
[10] Consideremos las miserias del hombre y el fin a que es criado. Por
los sentidos comprehendemos, que no hay animal mas lleno de desdichas y
trabajos. Nace desnudo entre la basura y la inmundicia: llora, gime,
siente calor y frio, dolores e incomodidades acabado de nacer: si los
padres no le cuidasen se moriria de hambre, porque por si no se puede
buscar el alimento. Al paso que va creciendo con la edad, va padeciendo
innumerables enfermedades, continuos sobresaltos, incomodidades sin
limites, de suerte que los bienes fisicos que llega a gozar son pocos,
los males innumerables, no debiendose tener por feliz por la posesion de
algunos bienes mundanos, sino por el apartamiento de muchos males.
Mirando al hombre por la razon natural, y examinando por ella su animo,
hallamos, que como fin de todos sus conocimientos y deseos, busca su
felicidad, su bien estar, su sosiego, su complacencia, y entero
contentamiento. No hay ninguno, si quiere confesar lo que pasa dentro de
si mismo, que no conozca que no es criado para un mundo donde es
imposible que logre el fin a que aspira. El nuevo estado donde el hombre
ha de vivir sin temor a la muerte, gozando del sumo Bien por quien
suspira
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