con los
Judios en Egipto. Mas esta controversia nada hace a nuestro asunto,
puesto que solo intentamos manifestar, que los Filosofos Gentiles
anteriores a Jesu-Christo no se metieron en estas averiguaciones. En los
primeros siglos de la Iglesia si que hubo muchos impugnadores, y
contradictores de la Divinidad de las Escrituras Sagradas. Bien sabidos
son los conatos de FAUSTO Maniqueo, a quien respondio S. AGUSTIN: las
artes, la malignidad, la potencia de JULIANO el Apostata, contra quien
escribieron S. CIRILO ALEXADRINO, y S. GREGORIO NACIANCENO: los
argumentos del Filosofo CELSO, a quien satisfizo ORIGENES. Las Apologias
de S. JUSTINO, de TERTULIANO, MINUCIO FELIX, ARNOBIO, LACTANCIO, y otros
antiguos Padres a favor de la Religion Christiana, son testimonios
ciertos de las contradicciones que esta tuvo en su establecimiento, y
por ellas se ve la oposicion que hacian algunos a la Divinidad de las
Santas Escrituras. Estos errores envejecidos, desechados, olvidados, y
envilecidos, se han renovado y se renuevan cada dia, y salen al publico
vestidos de nuevo a la moda del siglo, con agudezas, eloqueencia,
versitos de Poetas Latinos, y pedacitos de erudicion halagueena, para
captar a los incautos en un tiempo en que son muchos los Filosofos, y
muy poca la Filosofia. Los Socinianos, dando a la razon del hombre un
imperio muy superior a sus fuerzas, volvieron a abrir el caminos, que
desde la antigueedad estaba cerrado, exagerando que no ha de haber otra
norma que la de la razon, y que los Sacrosantos Misterios de la Religion
Christiana han de desecharse por no poderlos alcanzar la razon humana,
sin hacer caso ninguno de lo que en esto ensenan las Divinas Letras. Los
Sectarios del tiempo presente se recalcan en lo mismo, y no pierden
ocasion en sus escritos _varios_ para despreciar la revelacion.
[13] He dicho _varios_, porque hoy dominan una suerte de escritos donde
se habla de todo sin probar nada, parecidos a aquellas ferias donde se
proponen infinitos generos de poco valor, todos confundidos entre si,
sin otro fin que el de embelesar a los compradores, incapaces de
distinguir lo solido de lo aparente, lo superficial de lo fundado, el
oropel del oro. Piezas sueltas, pensamientos vagos, reflexiones
volantes, mezclas de todas las cosas, discursillos de quanto hay en el
mundo, hacen el caudal de estos Escritores. MIGUEL DE MONTANA, entre los
Franceses, dio auge a esta costumbre de escribir a los principios del
siglo pasado. D
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