imaginacion, y lo que
toca al juicio. Se ha de saber, que la imaginacion no hace otra cosa,
que representar al vivo las imagenes de los objetos; pero al juicio toca
hallar la verdad de las cosas que ofrece la fantasia; y como desde ninos
nos hacemos a imaginar mas que juzgar, sera bien exercitar continuamente
la razon, y sobre todo saber dudar quando convenga, y no juntar con
precipitada facilidad el juicio con la imaginacion. Si se trata de
conocer lo que sucede en otra persona, ademas de lo dicho sera
conveniente examinar si la gobierna alguna secreta pasion, y muchas
veces se hallara, que el deseo que tiene una muger de parecer santa, o
el apetito de fama de virtuosa, o la ambicion y deseo de mandar, o tal
vez el despecho por no venirle las cosas como desea, han corrompido su
fantasia; y de aqui nace que juzgue por revelaciones sus delirios. Acaso
la malicia es el mobil de estas fingidas apariciones: tal vez alguna
oculta enfermedad, que no es conocida, porque no se manifiesta por
defuera, o la ignorancia, que es general fomento de estas creencias. En
fin la razon dicta, que quando se ofrecen semejantes revelaciones,
empiecen los hombres sabios a examinarlas dudando, averiguando las
pasiones, la eficacia de la imaginacion, la verosimilitud, y la
conformidad que tienen con los dogmas y disciplina de la Iglesia, y
poniendo en obra todas las reglas de la buena critica.
CAPITULO IV.
_Continuase la explicacion de los errores que la imaginacion ocasiona._
[51] Hemos propuesto en el capitulo antecedente algunos errores que
ocasiona la imaginacion en asuntos de Religion y de piedad; en este
manifestaremos los que principalmente ocasiona en el trato civil, y en
el exercicio de las Artes y Ciencias, y para hacerlos mas
comprehensibles, los dividiremos en varias clases, segun las varias
influencias que suele tener en ellos la fantasia.
[52] En primer lugar suelen ocasionar el error las _imaginaciones
pequenas_: entiendo por pequenas imaginaciones las que se llenan y
satisfacen de cosas de ningun momento, y suelen hacer que el juicio las
tenga por grandes, y se ocupe en ellas. Esto suele observarse en los
ninos y mugeres, y por eso las vemos casi siempre ocupadas en cosas
pequenisimas, mirandolas como grandes, y dignas de su aplicacion. La
moda, la cortesia, el adorno, y la conversacion de estas mismas cosas es
el atractivo de su juicio, como en los ninos los juegos, las bagatelas,
y las diversiones. De ordinario l
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