sin hallar fin; pero con una
frialdad, y con razones tan vagas, que apenas llegan a la superficie, y
a lo mas comun de las cosas. En efecto un Lulista podra amplificar un
asunto mientras le pareciere; pero despues de haber hablado una hora,
nada util ha dicho. Reducese, pues, a ingenio todo el arte de Lulio;
pero el juicio no halla de que poderse aprovechar. Este mismo concepto
hacen de Lulio muy grandes Escritores, y en especial GASENDO, y
MURATORI; pero si a alguno de mis Lectores le parece aspera la censura,
ruego que vea las Obras de Lulio, y que medite sobre lo que llevo dicho,
que creo se convencera.
[74] En las escuelas se tratan muchas queestiones en que se aguza el
ingenio, y no se perficiona el juicio. La gran queestion de la
_transcendencia del ente_, la del _ente de razon_, la del _objeto formal
de la Logica_, la de la _distincion escotica_, y otras semejantes, son
puramente ingeniosas, interminables y vanisimas. El juicio nada tiene
que hacer en ellas, porque no hay esperanza de hallar la verdad, y una
vez hallada, aprovecharia muy poco. Yo nunca alabare que se haga perder
el tiempo a la juventud, entreteniendola en tales averiguaciones, que
aunque son ingeniosas, pero son inutiles. Convengo yo en que alguna vez
a los jovenes se han de proponer queestiones con que exerciten el
ingenio; pero si esto puede hacerse de modo que se aguce el ingenio, y
se perficione el juicio, sera mucho mejor; y no hay duda que puede
entretenerse la juventud en algunas disputas en que se consigan ambas
cosas. El P. MABILLON fue varon docto y juicioso, y en sus _Estudios
Monasticos_ aconseja, que se eviten semejantes queestiones, porque no
solamente son inutiles, sino que obscurecen la verdad. Y es de notar,
que el habituar los jovenes a estas queestiones suele ocasionar algun
dano: porque los hace demasiadamente especulativos, y a veces tan
tercos, que el habito que contrahen en ellas, le conservan en otros
asuntos; y como el amor propio no cesa de incitarlos a su elevacion, por
eso nunca se rinden, antes estas queestiones especulativas los hacen
vanos y porfiados. Demas de esto siempre he juzgado que el tiempo es
alhaja muy preciosa, y que siendo tanto lo que solidamente puede
aprenderse, es cosa ridicula emplearlo en cosas vanas, en que
resplandece el ingenio, y no el provecho[a], ni la ensenanza. Algunos
suelen celebrar con alabanzas extraordinarias la carroza de marfil que
hizo Mirmecidas con quatro caballos y el gobernador
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