a[a], que; al fin, bueno es usar de algun arte
para hacer comprehender a los hombres la verdad, quando se considera que
no ha de lograrse esto de otra manera. Pero siempre ha de llevar el
Orador la mira de poner el fundamento de su oracion en las verdades
ciertas, en las maximas solidas, y en introducir en los oyentes el amor
a lo bueno y a la virtud, y solo para hacer ver claramente estas cosas
le sera licito usar de adornos; pero nunca sera bien colocar todo el
trabajo en hablar mucho, y decir nada. Si el P. Feyjoo dixera, que el
arte ha de ser en las oraciones muy disimulado, y tanto, que se confunda
con la naturaleza; que la fuerza de la eloqueencia verdadera ha de
consistir en el vigor de las maximas y en lo solido de las sentencias, y
no en la pompa de las palabras, sin negar que para persuadirlas ayude
mucho el arte, hubiera dicho una verdad admitida de todos los Sabios.
[Nota a: _Nom veluti pueris absinthia tetra medentes Cum dare conantur,
prius oras pocula circum Contingunt mellis dulci, flavoque liquore; Sic
ego nunc, quoniam haec ratio plerumque videtur Tristior esse quibus non
est tractata, retroque Vulgus abhorret ab hac: volui tibi suaviloquenti
Carmine Pierio rationem exponere nostram._ Lucret. de Rer. natur. lib.
4. verso II.]
[26] iO! dira alguno, que eso es rigor de los Criticos, porque no hay
Sermon donde no se propongan muchos textos de la Sagrada Escritura, y
estos contienen grandes verdades. Es asi; pero tambien es certisimo que
los mas de aquellos textos no los entiende el Pueblo en el modo que
suelen proponerse, y me consta esto por experiencia; y si se comprehende
lo que contienen, nada persuaden por la mala aplicacion, porque el
entendimiento humano es de tal naturaleza, que busca el orden y conexion
entre sus nociones, porque en esto consiste la fuerza de raciocinar; y
como no suele hallar esta conexion muchisimas veces entre los lugares de
la Escritura que se explican, y el asunto a que se traen, por eso no
queda convencido. En medio de la decadencia grande de la legitima
predicacion, que experimentamos, y de que nos dolemos, sirve de consuelo
el ver, que algunos Prelados Eclesiasticos de gran zelo y singular
doctrina han publicado en nuestros dias dos Pastorales, para reformar
cada uno en su respectiva Diocesis los abusos del Pulpito, y reformar la
oratoria christiana; y cierto que la necesidad que de ello hay, es muy
grande, porque vemos hoy cumplido lo que se dice en la vida del V. Juan
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