su cuarto.
Era este pequeno e irregular: estaba en lo mas interior de la casa, y
tenia una ventana estrecha, con vidrios de dudosa transparencia, que
daba a un patio, de esos que por lo profundos y estrechos parecen
verdaderos pozos. Enfrente y a los lados se abrian tres filas de
ventanas mezquinas, respiraderos de otras tantas celdas, donde se
albergaban familias bulliciosas. El cuarto de Clara tenia el usufructo
de un rayo de luz desde las once a las once y media, hora en que pasaba
a iluminar las regiones tropicales del tercer piso. Aquel rayo de luz no
traia nunca colores, ni paisaje, ni horizonte, ni alegria.
El patio era un recinto populoso, el centro de un enjambre humano. A
ciertas horas asomaban por aquellos agujeros otras tantas cabezas: esto
sucedia en los grandes acontecimientos, cuando la herrera del piso bajo
y la planchadora del cuarto resolvian al aire libre alguna cuestion de
honor, o cuando la manola del tercero y la zurcidora de enfrente
entablaban pleito sobre la propiedad de la ropa tendida.
Por lo demas, alli reinaba siempre una paz octaviana, y era cosa de ver
la amable franqueza con que la esterera pedia prestada una sarten a la
vecina de la izquierda, y la confianza intima con que dialogaban en el
quinto el soldado y la mujer del zapatero. Enlazaban unas ventanas con
otras, a guisa de circuitos telegraficos, varias cuerdas de donde
colgaban algunas despilfarradas camisas, y de vez en cuando tal cual
lonja de tasajo, sobre el cual descendia en el silencio de la noche una
cana con anzuelo, manejada por las habiles manos del estudiante del
sotabanco.
La vidriera del cuarto de Clara no se abria nunca. Elias la habia
clavado por dentro desde que ocupo la casa.
Si la perspectiva del patio era desapacible, el interior de la
habitacion tenia indudablemente cierto encanto, no porque en el hubiera
cosas bellas, sino por la sencillez y modestia que alli reinaba, y el
cuidadoso aseo y esmero, unica elegancia de los pobres. Veiase, en
primer termino, una voluminosa comoda, compuesta de seis enormes gavetas
con sus labores de talla junto a las cerraduras, y algunas
incrustaciones un poco carcomidas; encima un mueble decorativo bastante
viejo, que representaba una figura de Parca con una de las manos alzada
en actitud de sostener algo; pero en lugar del reloj que en otro tiempo
cargaba, sostenia en tiempo de Clara una caja forrada en papeles de
color, la cual debia guardar utensilios de labor femeni
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