a interesar a los hombres un armatoste metalico?...
En cambio, las muchachas de la Guardia sentianse atraidas de un modo
irresistible por este objeto enorme y desconocido. Al verlo, latian en
su interior confusos instintos, y fue tan fuerte su curiosidad, que
hasta olvidaron la disciplina. Varios porta-espada, dejando en el suelo
su brillante mandoble, se confundieron con los esclavos medio desnudos,
deseosos de tocar y examinar de cerca el misterioso mecanismo.
Mientras tanto, el personaje encargado de la lectura del inventario
recitaba a traves de su portavoz los informes del profesor Flimnap. El
sabio no vacilaba en declarar publicamente que le era totalmente
desconocido el uso de esta maquina, sin que sus lecturas ni sus
deducciones le permitieran suponer a que era dedicada entre los
gigantes.
--iMuy bien!--dijo por lo bajo el presidente del Consejo Ejecutivo.
Y el Padre de los Maestros manifesto con una grave sonrisa el mismo
contento.
Estos personajes, en el primer instante, habian sentido indignacion
viendo entrar en el patio a la tal maquina. Consideraron esto como una
torpeza del _Comite de recibimiento del Hombre-Montana,_ que casi
equivalia a un delito contra la seguridad del Estado. Pero cuando
pensaban ya en que castigo deberian imponer a Flimnap y sus companeros,
los parrafos obscuros y descorazonantes del profesor hicieron resurgir
su optimismo y su bondad.
Una de las varias muchachas de la Guardia que curioseaban en torno del
revolver se habia quitado el casco para asomarse a la negra boca del
canon del arma. Al fin acabo por meter toda su cabeza en el tubo
obscuro, sacandola poco despues completamente desfigurada. Su rostro
aparecia tiznado de negro y sus melenas sucias de hollin.
El accidente hizo reir a los graves personajes de las tribunas, y el
sexo debil de las galerias se unio a la hilaridad general.
Mientras tanto, el profesor Flimnap, por medio del texto del inventario,
formulaba una opinion decisiva. Este aparato debia guardarse para
siempre en la Universidad, a fin de que los sabios se dedicasen a su
estudio, si lo juzgaban interesante. Por eso la Comision habia creido
oportuno traerlo a este acto en vez de dejarlo a bordo de la flota,
donde solo podia servir para suposiciones erroneas y perturbadoras.
--iMuy bien! imuy bien!--volvieron a decir por lo bajo los senores del
gobierno y sus allegados.
A partir de este momento, el desfile de objetos perdio decididamente
todo i
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