lvices y de
los ruisenores en las enramadas. El cielo se mostraba azul, de un azul
suave, un poco palido y solo alguna nube blanca, de contornos duros,
como si fuera de marmol, aparecia en el cielo.
Los sabados por la tarde, durante la primavera y el verano, Catalina y
otras chicas del pueblo, en compania de alguna buena mujer, iban al
campo santo. Llevaba cada una un cestito de flores, hacian una escobilla
con los hierbajos secos, limpiaban el suelo de las lapidas en donde
estaban enterrados los muertos de su familia y adornaban las cruces con
rosas y con azucenas. Al volver hacia casa todas juntas, veian como en
el cielo comenzaban a brillar las estrellas y escuchaban a los sapos,
que lanzaban su misteriosa nota de flauta en el silencio del
crepusculo...
Muchas veces, en el mes de Mayo, cuando pasaban Tellagorri y Martin por
la orilla del rio, al cruzar por detras de la iglesia, llegaba hasta
ellos las voces de las ninas, que cantaban en el coro las flores de
Maria.
Emenche gauzcatzu ama
(Aqui nos tienes, madre.)
Escuchaban un momento, y Martin distinguia la voz de Catalina, la chica
de Ohando.
--Es _Catalin_, la de Ohando--decia Martin.
--Si no eres tonto tu, te casaras con ella--replicaba Tellagorri.
Y Martin se echaba a reir.
CAPITULO V
DE COMO MURIO MARTIN LOPEZ DE ZALACAIN, EN EL ANO DE GRACIA
DE MIL CUATROCIENTOS Y DOCE.
Uno de los vecinos que con mas frecuencia paseaba por la acera de la
muralla era un senor viejo, llamado don Fermin Soraberri. Durante
muchisimos anos, don Fermin desempeno el cargo de secretario del
Ayuntamiento de Urbia, hasta que se retiro, cuando su hija se caso con
un labrador de buena posicion.
El senor don Fermin Soraberri era un hombre alto, grueso, pesado, con
los parpados edematosos y la cara hinchada. Solia llevar una gorrita con
dos cintas colgantes por detras, una esclavina azul y zapatillas. La
especialidad de don Fermin era la de ser distraido. Se olvidaba de todo.
Sus relaciones estaban cortadas por este patron:
--Una vez en Onate... (para el senor Soraberri, Onate era la Atenas
moderna.--En Espana hay veinte o treinta Atenas modernas.) Una vez en
Onate pude presenciar una cosa sumamente interesante. Estabamos reunidos
el senor vicario, un senor profesor de primera ensenanza y...--y el
senor Soraberri miraba a todas partes, como espantado, con sus grandes
ojos turbios, y decia:--?En que iba?... Pues... se me ha olvidado la
especie.
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