a sonrosada, un traje gris y una boina roja en la cabeza rubia,
todas las mujeres del pueblo la acariciaban, las demas chicas querian
siempre andar con ella y decian que, a pesar de su posicion
privilegiada, no era nada orgullosa.
Una de sus amigas era Ignacita, la hermana de Martin.
Catalina y Martin se encontraban muchas veces y se hablaban; el la veia
desde lo alto de la muralla, en el mirador de la casa, sentadita y muy
formal, jugando o aprendiendo a hacer media. Ella siempre estaba oyendo
hablar de las calaveradas de Martin.
--Ya esta ese diablo ahi en la muralla--decia dona Agueda--. Se va a
matar el mejor dia. iQue demonio de chico! iQue malo es!
Catalina ya sabia que diciendo ese demonio, o ese diablo, se referian a
Martin.
Carlos alguna vez le habia dicho a su hermana:
--No hables con ese ladron.
Pero a Catalina no le parecia ningun crimen que Martin cogiera frutas de
los arboles y se las comiese, ni que corriese por la muralla. A ella se
le antojaban extravagancias, porque desde nina tenia un instinto de
orden y tranquilidad y le parecia mal que Martin fuese tan loco.
Los Ohandos eran duenos de un jardin proximo al rio, con grandes
magnolias y tilos y cercado por un seto de zarzas.
Cuando Catalina solia ir alli con la criada a coger flores, Martin las
seguia muchas veces y se quedaba a la entrada del seto.
--Entra si quieres--le decia Catalina.
--Bueno--y Martin entraba y hablaba de sus correrias, de las
barbaridadas que iba a hacer y exponia las opiniones de Tellagorri, que
le parecian articulos de fe.
--iMas te valia ir a la escuela!--le decia Catalina.
--iYo! iA la escuela!--exclamaba Martin--. Yo me ire a America o me ire
a la guerra.
Catalina y la criada entraban por un sendero del jardin lleno de rosales
y hacian ramos de flores. Martin las veia y contemplaba la presa, cuyas
aguas brillaban al sol como perlas y se deshacian en espumas
blanquisimas.
--Ya andaria por ahi, si tuviera una lancha--decia Martin.
Catalina protestaba.
--?No se te van a ocurrir mas que tonterias siempre? ?Por que no eres
como los demas chicos?
--Yo les pego a todos--contestaba Martin, como si esto fuera una razon.
...En la primavera, el camino proximo al rio era una delicia. Las hojas
nuevas de las hayas comenzaban a verdear, el helecho lanzaba al aire sus
enroscados tallos, los manzanos y los perales de las huertas ostentaban
sus copas nevadas por la flor y se oian los cantos de las ma
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