s efes y las
pes. No habia medio de que las pronunciasen a derechas.
--?Que te _farece_ a ti el medico nuevo?--le preguntaba Pichia a
Tellagorri.
--!Pse!--contestaba el otro--. La _fratica_ es lo que le _palta_.
--Pues es hombre listo, hombre de alguna _portuna,_ tiene su _fiano_ en
casa.
No habia manera de que uno u otro pronunciaran estas letras bien.
Tellagorri se sentia poco aficionado a las cosas de iglesia, tenia poca
_apicion_, como hubiera dicho el, y cuando bebia dos copas de mas la
primera gente de quien empezaba a hablar mal era de los curas. Pichia
parecia natural que se indignara y no solo no se indignaba como cerero y
religioso, sino que azuzaba a su amigo para que dijera cosas mas fuertes
contra el vicario, los coadjutores, el sacristan o la cerora.
Sin embargo, Tellagorri respetaba al vicario de Arbea, a quien los
clericales acusaban de liberal y de loco. El tal vicario tenia la
costumbre de coger su sueldo, cambiarlo en plata y dejarlo encima de la
mesa formando un monton, no muy grande, porque el sueldo no era mucho,
de duros y de pesetas. Luego, a todo el que iba a pedirle algo, despues
de renirle rudamente y de reprocharle sus vicios y de insultarle a
veces, le daba lo que le parecia, hasta que a mediados del mes se le
acababa el monton de pesetas y entonces daba maiz o habichuelas siempre
refunfunando e insultando.
Tellagorri decia:--Esos son curas, no como los de aqui, que no quieren
mas que vivir bien y buenas _profinas_.
Toda la torpeza de Tellagorri hablando castellano se trocaba en
facilidad, en rapidez y en gracia cuando peroraba en vascuence. Sin
embargo, el preferia hablar en castellano porque le parecia mas
elegante.
Cualquier cosa llegaba a ser graciosa en boca de aquel viejo truhan;
cuando pasaba por delante de la taberna alguna chica bonita, Tellagorri
lanzaba un ronquido tan socarron que todo el mundo reia.
Otro, haciendo lo mismo, hubiese parecido ordinario y grosero; el, no;
Tellagorri tenia una elegancia y una delicadeza innata que le alejaban
de la groseria.
Era tambien hombre de refranes, y cuando estaba borracho cantaba muy
mal, sin afinacion alguna, pero dando a las palabras mucha malicia.
Las dos canciones favoritas suyas eran dos hibridas de vascuence y
castellano; traducidas literalmente no querian decir gran cosa, pero en
sus labios significaban todo. Una, probablemente de su invencion, era
asi:
Ba dala sargentua
Ba dala quefia.
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