un gran peso a lo
que dice; bien que para creer las cosas que nos dicen los hombres de
bien no basta su buena fe, es menester que sean entendidos de suerte,
que no dexen enganarse por los sentidos, ni por la imaginacion, ni hayan
precipitado el juicio, ni le tengan preocupado: porque si un hombre
veraz no evita los errores que las cosas sobredichas ocasionan,
facilmente juzgara de lo que se le presenta, y con la misma facilidad
creera quanto otros le dicen, y tal vez nos comunicara las cosas, no
como en si son, sino del modo que el las cree. Por exemplo: Nadie cree a
Filostrato entre los antiguos, porque todos saben que fue insigne
embustero. Juan Anio de Viterbo, el P. Herman de la Higuera son
despreciados de todos los hombres de juicio, porque descubiertamente, y
de intento han enganado a muchos, fingiendo aquel inscripciones
antiguas, y este libros apocrifos, como son los Cronicones de Flavio
Dextro, y otros que ha rechazado D. Nicolas Antonio. PARACELSO dixo
infinitas mentiras, y los Alquimistas son gente mentirosisima, de
suerte, que ya los que conocen sus artificios, no creen los hechos con
que aseguran haber convertido en oro los demas metales.
[59] Pero se ha de advertir, que los que asi enganan son pocos, si se
comparan con los que nos enganan con buena fe, y por sobrada creencia.
Asi en la Medicina como en la Historia pueden senalarse muchos, que
traen hechos falsos, y ellos los tuvieron por verdaderos. DIOSCORIDES
asegura muchas cosas falsisimas. Lo mismo hacen los que creen fuera de
proposito las virtudes de muchos remedios. Quando los que aseguran una
cosa son hombres de buena fe, aunque una, u otra vez falten a la verdad,
porque no examinaron debidamente el suceso, no han de tratarse como los
que son mentirosos, antes por el contrario conviene oir lo que refieren,
combinarlo con lo que otros dicen sobre el mismo asunto, ver si han
puesto la atencion necesaria para asegurarse de la verdad, atender todas
las circunstancias del hecho, y en fin observar la gravedad, o pequenez
de la cosa que cuentan, y bien examinadas estas cosas, inclinarse al
asenso, o disenso.
[Nota a: _Ubi semel quis pejeraverit, ei credi postea, etiamsi per
plures Deos juret, non oportet_. Cicer. _pro. C. Rabir. posthumo_.]
[60] La grandeza de la cosa es de suma consideracion, porque facilmente
creemos aquello que observamos cada dia, y en las cosas faciles de
acontecer no necesitamos de grandes testigos. Por el contrario, quando
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