cribirle. La segunda circunstancia es, que
los Escritores _debieran_ haber notado aquel hecho; porque aunque hayan
podido, si no se han considerado obligados, pueden haberle omitido, o
por ocupacion, o solo porque de ordinario dexamos de hacer muchas cosas,
si nos parece que no tenemos obligacion, ni hay necesidad de
executarlas. Si algunos Escritores coetaneos, pudiendo y teniendo
obligacion de notar algun suceso, no lo han hecho, es prueba de no haber
acontecido; y aunque algunos otros le afirmen en los tiempos venideros,
han de considerarse de poco momento. Bien es verdad, que para hacer buen
uso del argumento negativo, es menester gran juicio y atinada critica, y
haber leido muchos Autores, y en especial todos los de aquel tiempo en
que acontecio la cosa, porque puede suceder que creamos que ningun Autor
lo ha dicho sin haberlos visto todos, lo que es precipitacion de
juicio[a].
[Nota a: _Necesse est nedum singulos evolvisse Scriptores ex quorum
silentio tale argumentum eruitur, sed insuper nullatenus ambigere, num
aliqui nobis desint, qui fuerint ipsis contemporanei. Contingere namque
potest, quod Auctor, cujus scripta ad nos minime devenerint, rei
alicujus mentionem fecerit, quae tamen a caeteris fuerit praetermissa.
Praeterea manifesta quadam ratione certi simus oportet, quod nihil, de
iis quae evenerunt in materia de qua agitur, Scriptorum illius aevi qui
nobis supersunt, solertia praeterierit._ Mabillon _de Stud. Monast. p.
2. cap. 13._]
[69] Con la buena aplicacion de estas reglas, podremos distinguir los
escritos que son de algun Autor de la antigueedad, y los que son
espureos. Siempre la codicia ha introducido cosas falsas para adulterar
las verdaderas, y en los libros sucede lo que en las drogas, viciando
los Mercaderes las buenas, y corrompiendolas con la mezcla de las que no
son legitimas. Y es cosa averiguada, que los Escritores quanto han sido
mas famosos, tanto han estado mas expuestos a la falsificacion, porque
los codiciosos han publicado varios libros en nombre de algun Autor
acreditado, no conteniendo a veces sino _rapsodias_ indignas del Autor a
quien las atribuyen. Para distinguir, pues, los escritos legitimos de
los espureos, se ha de atender la tradicion, y consentimiento de los
otros Escritores, o coetaneos o poco posteriores, porque si estos estan
conformes se han de tener por legitimos; pero si dudan algunos, se ha de
considerar entonces la calidad del que duda, y asi podra gobernarse el
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