bienes, no cayeran tan facilmente en los enganos que los
precipitan.
[10] Para entender esto con mayor facilidad se ha de presuponer, que
todos los hombres tienen natural, e innata inclinacion, o apetito de su
felicidad, y de su bien. La voluntad llevada de este apetito solo ama a
lo bueno; es decir, solo ama las cosas que mira como buenas, y como que
pueden contribuir a su felicidad. Pero como es potencia ciega y libre,
no se determina a amar las cosas particulares, si no la ilustre antes
el entendimiento. Es preciso, pues, que el entendimiento presente una
cosa como buena, para que la ame y apetezca la voluntad. Nuestros
errores nacen de que el entendimiento, no bien informado de las cosas,
las mira como buenas, siendo realmente malas. Muchas veces tiene el
entendimiento por buenas a las cosas malas por ignorancia y falta de
advertencia, por cuyo motivo sera bien trabajar en apartar la ignorancia
que fomenta muchos errores; pero las mas veces el entendimiento tiene
por buenas a las cosas malas, por gobernarse por las apariencias de los
sentidos. Para entender esto se ha de presuponer tambien, que la
verdadera felicidad y el verdadero bien del hombre es Dios; y teniendo
apetito de su bien y de su felicidad, tiene tambien apetito de poseer a
Dios. Quando Adan estaba en el Paraiso antes del pecado, tenia
conocimiento claro de esta felicidad, y de este bien; de suerte, que con
el descansaba, y tenia toda suerte de contento y alegria. Entonces todos
los apetitos obedecian a la razon, y esta al soberano orden que habia
establecido el Criador entre las criaturas racionales.
[11] Despues del pecado empezaron a dominar la ignorancia, la malicia, y
la concupiscencia. De suerte, que aunque el hombre lavado con el agua
del sacrosanto Bautismo reciba la gracia, y se le borre la mancha del
pecado original, queda no obstante la pena de aquel pecado, y esta
poseido de la concupiscencia. Por esta se allega el hombre a los objetos
mundanos y sensibles, y se aparta de Dios, porque el conocimiento de su
verdadera felicidad por el pecado le tiene obscurecido, y el de las
cosas sensibles muy vivo, y vehemente; de aqui es, que va tras de estas,
y se aleja de aquella. Con la nocion que tiene el hombre de su
felicidad, suele tambien juntar la de la excelencia, de la grandeza, y
demas cosas que pueden causarle contento. Si estas prerrogativas las
buscara el hombre en Dios; esto es, pensase solo conseguirlas gozando de
Dios, pensaba bien, po
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