yga de la boca: _Todos los Autores lo dicen_? como
si hubiese quien los haya visto todos: como si pudiesen juntarse todos
en cosas opinables. Dexo lo poco que se estudia, lo mucho que se habla,
la fanfarroneria que domina, las artes de truncar textos, la mala fe
para seducir, y otras tergiversaciones que se usan entre los hombres;
pues todas estas cosas nos han de tener desconfiados de sus aserciones,
haciendonos entender, que nuestra creencia solo se ha de dar a sus
pruebas, y a las razones en que fundan lo que afirman.
[Nota a: Heicnecc. _Praef. in Elementa Juris Civilis._]
[72] Segun esto, dira alguno, no ha de creerse a los Maestros, ni a los
peritos. Yo siempre aconsejare, que no se crean unos, ni otros
ciegamente, y sobre su palabra, sino por las razones de su doctrina; y
nada es mas conducente que respetar a los Maestros y a los peritos, y no
jurar en defensa de sus palabras y sentencias. Asi sera conveniente que
los discipulos, en aquellas cosas a que alcanzaren sus fuerzas, examinen
las maximas de los Maestros, y las crean quando las hallen conformes con
la razon; y si no estan instruidos bastantemente para examinar la
doctrina del Maestro, es menester recibirla con la presuncion de que lo
que este ensena, lo habra averiguado; pero nunca se han de recibir las
maximas de los Maestros, ni mantenerse con terquedad y obstinacion,
porque suele suceder que con el tiempo se halla el discipulo dispuesto a
examinar las opiniones del Maestro, y no pareciendole conformes a la
verdad, las rechaza y muda de dictamen; y otras veces acontece, que por
recibir muchos desde la ninez y mantener despues porfiadamente las
maximas de los malos Maestros, son infelices perpetuamente. Esto lo noto
muy bien un nuevo Impugnador[a] de la Critica, el que ciertamente
hiciera resplandecer mas sus buenos talentos, si no se manifestase tan
severo protector de las opiniones vulgares. En quanto a los peritos es
necesario no creerlos sobre su palabra, porque acontece que el Pueblo
tiene por peritos a los que no lo son, y para no ser enganados es
preciso que oigamos sus pruebas. Esta sola razon es bastante para que
los hombres no se contenten con el estudio de una ciencia, porque
teniendo noticias de muchas cosas, no sera tan facil que les enganen los
peritos de que han de fiarse; y por esta ignorancia sucede, que un gran
Teologo busca para curarse a un mal Medico, y un buen Filosofo yerra en
la eleccion del Letrado para mantener y guardar su ha
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