ocar_, queriendo que significase lo contrario, que es
aplicar y convertir las cosas a sus fines. Tambien pecan contra la
lengua universal los que Usan de _metaforas_ sin medida. La nocion
significada con la voz metaforica siempre es algo distinta de la que
corresponde a la realidad de lo que se quiere manifestar, porque la
traslacion que hace la metafora por la semejanza, muestra que no es lo
mismo lo que ella significa, que lo que se intenta descubrir. Siguese de
esto, que para explicar con claridad y distincion las nociones mentales,
se han de evitar las metaforas, y en su lugar se han de usar las voces,
que con propiedad directamente muestran lo que se quiere significar; y
solo en falta de estas tienen lugar las metaforas, de las quales aun en
ese caso nos debemos valer con mucha precaucion, usando con preferencia
de las que tengan algun uso. Los que las usan a menudo, dan a entender
que quieren ganar a los oyentes, no ensenarles: los que se satisfacen de
ellas, muestran que su entendimiento todo es oidos y imaginacion; pues
estas dos cosas se llenan con la multitud de similes metaforicos. Esto
mismo que hemos dicho, nos lleva al conocimiento de que debemos usar de
metaforas en la manifestacion de cosas horrendas y feas, que excitan el
animo a horror y desabrimiento. Ya hemos mostrado, que junto con
nuestras nociones mentales andan siempre inseparables los afectos del
animo. Las cosas deshonestas, sucias y asquerosas, y todas las que
oyendose ofenden los oidos, y desazonan por lo que tienen de feo y de
inhonesto, si se explican con sus terminos propios se entienden bien,
pero irritan y conmueven mucho; porque junto con la nocion que los
vocablos representan, se excita en el animo el disgusto y aversion
molesta, con que se miran tales cosas: por donde es mejor entonces
valerse de voces metaforicas, que con rodeos e imagenes mas agradables
hagan entender lo que se quiere decir, sin agitacion ni molestia del que
oye. Asi que no es aceptable la maxima de algunos, que teniendo a las
voces por meros sonidos, incapaces de suyo de ser buenos ni malos, dicen
que todos los vocablos de cosas obscenas se pueden permitir en el trato
y en los libros.
[Nota a: Sueton. _in Tiber. cap. 71. tom. I. pag. 596 edic. de Amsterd.
de 1736_.]
[Nota b: _Sobre esto es digno de leerse D. Bernardo Alderete en sus
Origenes de la Lengua Castellana, l. I. c. 9. y sig_.]
[Nota c: _Desde el verso 46, hasta el 72_.]
[Nota d: Franc. Sanch. Broc
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