rillante y energica peroracion.
Lazaro tenia el genio de la elocuencia. El lo conocia: estaba seguro
de ello. Cada dia que pasaba sin que un gran auditorio le escuchara,
le parecia que se perdian en el vacio y en el silencio de un desierto
aquellas voces admirables que sentia dentro de si. No habia tiempo
que perder.
Dijo a su abuelo que se iba a Madrid. El pobre viejo se puso a llorar, y
dijo entre sollozos y babas que aquella resolucion era muy grave y
convenia meditarla.
--?Y que vas tu a hacer alla?--decia despues, queriendo aparecer
incomodado: iTienes una letra tan mala!...
Estaba entonces en Ateca un tal don Gil Carrascosa (el mismo personaje a
quien vimos disputar con cierto barbero en el primer capitulo de esta
historia), el cual tenia amistad con Coletilla. El abuelo consulto con
el ex-abate la resolucion de Lazaro, y este opino que se debia escribir
al tio. El viejo tomo la pluma y con vacilante mano trazo esta carta,
que recibio el realista pocos dias despues.
"Querido y respetable senor: Lazarillo, mi nieto y sobrino de vuesa
merced, quiere ir a Madrid. Se le ha puesto en la cabeza que ahi podra
hacer fortuna: dice que no puede estar en el pueblo. Y, en efecto,
querido senor, esto esta malo. La cosecha de este ano no nos da ni la
simiente, y el pobre chico tiene mas aficion a los libros que al arado.
Le dire a vuesa merced, respetable senor, que Lazaro es un mozo muy
despierto: sabe muchos libros de memoria, y ha leido cuatro veces de la
cruz a la fecha un tomo que le llaman _Los grandes hombres de Plutarco_,
el cual me ha asegurado no ser cosa de herejia; que si lo fuera no lo
habia de leer en mis dias. Entiende de leyes, y a veces se pone a
escribir y llena unos cuadernos de cosas muy buenas, aunque yo no las
entiendo. Es buen cristiano y muy respetuoso y cortes con todo el mundo.
No ocultare sus defectos, respetable senor; y por lo mismo que le
quiero, dire a vuesa merced cual es su gran defecto, para ver si con su
talento y su gran sabiduria lo puede corregir. Es el caso que
dificilmente podra hacer cosa buena en la Corte, porque tiene muy mala
letra y no le luce lo que sabe. Siento mucho tener que revelar esta
flaqueza suya; pero antes que nada es mi conciencia, y por todo el oro
del mundo no ocultaria sus defectos. Creo, sin embargo, que con un buen
maestro, como los hay en la Corte, podra corregirse si se aplica. De
este modo llegara, andando el tiempo, a ser apto para desempenar una
plaza
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