mente en el mismo momento en que
ellas llegaban. La conversacion empezaba todas las tardes a las cuatro,
y duraba basta el anochecer. Ni un solo dia en todo el tiempo que paso
Clara en Ateca dejaron de ir a la huerta las dos muchachas, y ni un solo
dia dejo Lazaro de encontrarlas alli por casualidad. En aquellas
conversaciones, que eran cada vez mas intimas, se notaba algunas veces
que, por efecto de los accidentes del dialogo escenico, Ana callaba o
hablaba aparte en voz baja, mientras el bueno del estudiante y la picara
Clara charlaban muy quedito y muy juntos el uno del otro. La cara,
angustiosa a veces, a veces palida, ya animada, ya triste, del joven,
anunciaba que el tema del coloquio era muy interesante, ?Que decian? De
pronto unas largas pausas, en que uno y otro se quedaban mirando a la
tierra un buen rato, permitian a Ana alguna alusion ingeniosa, cuya
gracia alababa y reia ella sola. Clara y Lazaro parecia que no estaban
para risa. Callaban, hasta que un monosilabo aqui, un gesto alla,
volvian a estimular de nuevo la conversacion. A veces el se ponia a
meditar como recapacitando lo que iba a decir; y el, que tan buena
memoria tenia, se encontraba con que se le habian olvidado (iotra
casualidad!) los admirables trozos de elocuencia que tenia preparados.
?Hablaban del pasado, del presente, del porvenir? ?Trazaban un plan,
planteaban un proyecto? Es probable que nada de esto fuera objeto de
aquellos intimos debates: no hacian sus voces otra cosa que expresar mil
inquietudes interiores, pintar ciertas turbaciones del espiritu,
formular preguntas intensamente apasionadas, cuyas replicas aumentaban
la pasion; confesar secretos, cuya profundidad crecia al ser confesados;
hacer juramentos, manifestar ciertas dudas, cuya resolucion daba origen
a otras mil dudas; pedir explicaciones de misterios, que engendran
misterios sin fin; explicar lo inexplicable, medir lo infinito, agotar
lo inagotable.
A veces interrumpia Ana estas comunicaciones impenetrables, diciendo:
--Pero, mujer, ?no ves como va ese bordado? ?En que estas pensando?--
En efecto; Clara, que estaba bordando sobre canamazo, con lanas de
colores, una cabecita de angel rodeada por una guirnalda de flores, le
habia hecho los ojos de estambre rojo y los labios con estambre negro;
las flores tenian todos los colores tan trastornados, que no se sabia lo
que aquello era. Al oir la observacion de su amiga, Clara se puso del
color de los ojos del angel.
Veint
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