algo, yo, pobre de mi, que tanto
le debo....
--Callate.... iSi me lo vas a pagar todo! Bien sabe Dios que no tuve
nunca intencion de cobrartelo; pero ahora--anadio implorante--es
preciso, hijo mio, que me devuelvas en Carmen todo el bien que te hice.
--Cuanto yo pueda y valga se lo ofrezco a usted dichoso.
--Pues oye.
Se recogio un momento a meditar, y dijo luego:
--?Que juicio has formado tu de mi hermana?
--?Juicio?... Ninguno; ila he tratado tan poco!
--Pero, ?que impresion te causa?
--Me parece buena senora.
--?Y que has oido de ella por ahi, como voz general?
--Dicen que es un poco rara; algo histerica.
--Si, tiene que serlo; era epileptica nuestra madre, y nuestro padre el
hidalgo de Luzmela ibebia tanto ron!... Pero, en fin, ?la creen buena?
--Buena si.
--Te extranaran estas preguntas; pero yo te voy a decir una cosa: apenas
conozco a mi hermana. Aqui, jugamos un poco de pequenos, iya no me
acuerdo de aquellos anos! En seguida me llevaron al colegio, desde alli
a la Universidad; cuando acabe la carrera ella estaba ya casada en
Rucanto. Estuve aqui con mi padre corto tiempo, y parti a visitar la
Europa, ansioso de ver mundo y correr aventuras. Ya te he contado cuanto
mi padre me preferia y con cuanta liberalidad satisfacia todos mis
caprichos. Derroche el dinero y la salud hasta que el me llamo para
darme el ultimo abrazo, y entonces me encontre mejorado en su
testamento todo cuanto la ley permitia. El marido de mi hermana era un
calavera, y mi padre les mermo la herencia todo lo posible. Sin embargo,
yo era tan calavera como el; pero era su idolo, y en mi no veia mas que
la hidalguia exterior, conservada hasta en los tiempos mas tormentosos
de mi vida. Siempre mi cunado me miro con animosidad, tal vez por mi
superior linaje, tal vez por las muchas preferencias que en vida y en
muerte me prodigo mi padre. Estas diferencias me separaron mucho de mi
hermana. Vino entonces mi casamiento, tan lleno de esperanzas para mi.
Me crei reconciliado con el amor del terruno y con la paz de mi valle;
restaure esta casa, sonando vivir siempre en ella en idilicos goces;
evoque la vision de unos hijos robustos y de una patriarcal vejez...:
isueno fue todo! Desperte de el con la esposa muerta entre los brazos.
Era la mas rica heredera de Villazon, y, tan abundante en bondad como en
dineros, quiso dejarme en prenda de su carino toda la fortuna que tenia.
Doblemente rico, perdida la ilusion de la dulce vi
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