e terso en toda su extension. En la
cocina hervia aun una olla con papas.
Como ustedes comprenderan, el terror supersticioso de nuestra gente
llego a su colmo. A la larga, seis se animaron a llenar el vacio, y yo
fui con ellos. Apenas abordo, mis nuevos companeros se decidieron a
beber para desterrar toda preocupacion. Estaban sentados en rueda y a
la hora la mayoria cantaba ya.
Llego mediodia y paso la siesta. A las cuatro, la brisa ceso y las
velas cayeron. Un marinero se acerco a la borda y miro el mar
aceitoso. Todos se habian levantado, paseandose, sin ganas ya de
hablar. Uno se sento en un cabo y se saco la camiseta para remendarla.
Cosio un rato en silencio. De pronto se levanto y lanzo un largo
silbido. Sus companeros se volvieron. El los miro vagamente,
sorprendido tambien, y se sento de nuevo. Un momento despues dejo la
camiseta en el cabo arrollado, avanzo a la borda y se tiro al agua. Al
sentir el ruido, los otros dieron vuelta la cabeza, con el ceno
ligeramente fruncido. En seguida se olvidaron, volviendo a la
apatia comun.
Al rato otro se desperezo, restregose los ojos caminando, y se tiro al
agua. Paso media hora; el sol iba cayendo. Senti de pronto que me
tocaban en el hombro.
--?Que hora es?
--Las cinco--respondi. El viejo marinero me miro desconfiado, con las
manos en los bolsillos, recostandose enfrente de mi. Miro largo rato
mi pantalon, distraido. Al fin se tiro al agua.
Los tres que quedaban se acercaron rapidamente y observaron el
remolino. Se sentaron en la borda, silbando despacio, con la vista
perdida a lo lejos. Uno se bajo y se tendio en el puente, cansado. Los
otros desaparecieron uno tras otro. A las seis, el ultimo se levanto,
se compuso la ropa, apartose el pelo de la frente, camino con sueno
aun, y se tiro al agua.
Entonces quede solo, mirando como un idiota el mar desierto. Todos,
sin saber lo que hacian, se habian arrojado al mar, envueltos en el
sonambulismo moroso que flotaba en el buque. Cuando uno se tiraba al
agua, los otros se volvian momentaneamente preocupados, como si
recordaran algo, para olvidarse en seguida. Asi habian desaparecido
todos, y supongo que lo mismo los del dia anterior, y los otros y los
de los demas buques. Esto es todo.
Nos quedamos mirando al raro hombre con excesiva curiosidad.
--?Y usted no sintio nada?--le pregunto mi vecino de camarote.
--Si, un gran desgano y obstinacion de las mismas ideas, pero nada
mas. No se por que no senti
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