aguay.
Alla abajo, sobre el rio de oro, la canoa derivaba velozmente, girando
a ratos sobre si misma ante el borbollon de un remolino. El hombre que
iba en ella se sentia cada vez mejor, y pensaba entretanto en el
tiempo justo que habia pasado sin ver a su ex-patron Dougald. ?Tres
anos? Tal vez no, no tanto. ?Dos anos y nueve meses? Acaso. ?Ocho
meses y medio? Eso si, seguramente.
De pronto sintio que estaba helado hasta el pecho. ?Que seria? Y la
respiracion tambien...
Al recibidor de maderas de mister Dougald, Lorenzo Cubilla, lo habia
conocido en Puerto Deseado, un viernes santo... ?Viernes? Si, o
jueves...
El hombre estiro lentamente los dedos de la mano.
--Un jueves...
Y ceso de respirar.
#LA INSOLACION#
El cachorro Old salio por la puerta y atraveso el patio con paso recto
y perezoso. Se detuvo en la linde del pasto, estiro al monte,
entrecerrando los ojos, la nariz vibratil y, se sento tranquilo. Veia
la monotona llanura del Chaco, con sus alternativas de campo y monte,
monte y campo, sin mas color que el crema del pasto y el negro del
monte. Este cerraba el horizonte, a doscientros metros, por tres lados
de la chacra. Hacia el oeste, el campo se ensanchaba y extendia en
abra, pero que la ineludible linea sombria enmarcaba a lo lejos.
A esa hora temprana, el confin, ofuscante de luz a mediodia, adquiria
reposada nitidez. No habia una nube ni un soplo de viento. Bajo la
calma del cielo plateado, el campo emanaba tonica frescura que traia
al alma pensativa, ante la certeza de otro dia de seca, melancolias de
mejor compensado trabajo.
Milk, el padre del cachorro, cruzo a su vez el patio y se sento al
lado de aquel, con perezoso quejido de bienestar. Permanecian
inmoviles, pues aun no habia moscas.
Old, que miraba hacia rato la vera del monte, observo:
--La manana es fresca.
Milk siguio la mirada del cachorro y quedo con la vista fija,
parpadeando distraido. Despues de un momento, dijo:
--En aquel arbol hay dos halcones.
Volvieron la vista indiferente a un buey que pasaba, y continuaron
mirando por costumbre las cosas.
Entretanto, el oriente comenzaba a empurpurarse en abanico, y el
horizonte habia perdido ya su matinal precision. Milk cruzo las patas
delanteras y sintio leve dolor. Miro sus dedos sin moverse,
decidiendose por fin a olfatearlos. El dia anterior se habia sacado un
pique, y en recuerdo de lo que habia sufrido lamio extensamente el
dedo enferm
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