ban el habla.
Acaso, sin embargo, la aventura de los dos robinsones fuera mas
formal, a haber tenido como teatro otro bosque menos dominguero. Las
escapatorias llevan aqui en Misiones a limites imprevistos, y a tal
extremo arrastro a Gabriel Benincasa el orgullo de sus strom-boot.
Benincasa, habiendo concluido sus estudios de contaduria publica,
sintio fulminante deseo de conocer la vida de la selva. No que su
temperamento fuera ese, pues antes bien era un muchacho pacifico,
gordinflon y de cara uniformemente rosada, en razon de gran bienestar.
En consecuencia, lo suficientemente cuerdo para preferir un te con
leche y pastelitos a quien sabe que fortuita e infernal comida del
bosque. Pero asi como el soltero que fue siempre juicioso, cree de su
deber, la vispera de sus bodas, despedirse de la vida libre con una
noche de orgia en compania de sus amigos, de igual modo Benincasa
quiso honrar su vida aceitada con dos o tres choques de vida intensa.
Y por este motivo remontaba el Parana hasta un obraje, con sus famosos
strom-boot.
Apenas salido de Corrientes, habia calzado sus botas fuertes, pues los
yacares de la orilla calentaban ya el paisaje. Mas a pesar de ello el
contador publico cuidaba mucho de su calzado, evitandole aranazos y
sucios contactos.
De este modo llego al obraje de su padrino, y a la hora tuvo este que
contener el desenfado de su ahijado.
--?A donde vas ahora?--le habia preguntado sorprendido.
--Al monte; quiero recorrerlo un poco--repuso Benincasa, que acababa
de colgarse el winchester al hombro.
--iPero infeliz! no vas a poder dar un paso. Sigue la picada, si
quieres... O mejor, deja esa arma y manana te hare acompanar por
un peon.
Benincasa renuncio. No obstante, fue hasta la vera del bosque y se
detuvo. Intento vagamente un paso adentro, y quedo quieto. Metiose las
manos en los bolsillos, y miro detenidamente aquella inextricable
marana, silbando debilmente aires truncos. Despues de observar de
nuevo el bosque a uno y otro lado, retorno bastante desilusionado.
Al dia siguiente, sin embargo, recorrio la picada central por espacio
de una legua, y aunque su fusil volvio profundamente dormido,
Benincasa no deploro el paseo. Las fieras llegarian poco a poco.
Llegaron estas a la segunda noche--aunque de un caracter singular.
Dormia profundamente, cuando fue despertado por su padrino.
--iEh, dormilon! levantate que te van a comer vivo.
Benincasa se sento bruscamente en la cama, a
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