Alfonso... es un zonzo!
Cuando un rato despues tropece con el padrastrillo, me parecio, por su
mirada, que nos habia oido. Pero ya habiamos planteado la historia del
Cigarro Pateador, epiteto este a la mayor gloria de la mula Maud.
El cigarro pateador consistio, en sus lineas elementales, en un cohete
que rodeado de papel de fumar, fue colocado en el atado de cigarrillos
que tio Alfonso tenia siempre en su velador, usando de ellos a
la siesta.
Un extremo habia sido cortado a fin de que el cigarro no afectara
excesivamente al fumador. Con el violento chorro de chispas habia
bastante, y en su total, todo el exito estribaba en que nuestro tio,
adormilado, no se diera cuenta de la singular rigidez de su
cigarrillo.
Las cosas se precipitan a veces de tal modo, que no hay tiempo ni
aliento para contarlas. Solo se que una siesta el padrastrillo salio
como una bomba de su cuarto, encontrando a mama en el comedor.
--iAh, estas aca! ?Sabes lo que han hecho? iTe juro que esta vez se
van a acordar de mi!
--iAlfonso!
--?Que? iNo faltaba mas que tu tambien!... iSi no sabes educar a tus
hijos, yo lo voy a hacer!
Al oir la voz furiosa del tio, yo, que me ocupaba inocentemente con mi
hermana en hacer rayitas en el brocal del aljibe, evolucione hasta
entrar por la segunda puerta en el comedor, y colocarme detras de
mama. El padrastrillo me vio entonces y se lanzo sobre mi.
--iYo no hice nada!--grite.
--iEsperate!--rugio mi tio, corriendo tras de mi alrededor de la mesa.
--iAlfonso, dejalo!
--iDespues te lo dejare!
--iYo no quiero que me toque!
--iVamos, Alfonso! iPareces una criatura!
Esto era lo ultimo que se podia decir al padrastrillo. Lanzo un
juramento y sus piernas en mi persecucion con tal velocidad, que
estuvo a punto de alcanzarme. Pero en ese instante salia yo como de
una honda por la puerta abierta, y disparaba hacia la quinta, con mi
tio detras.
En cinco segundos pasamos como una exhalacion por los durazneros, los
naranjos y los perales, y fue en este momento cuando la idea del pozo,
y su piedra, surgio terriblemente nitida.
--iNo quiero que me toque!--grite aun.
--iEsperate!
En ese instante llegamos al canaveral.
--iMe voy a tirar al pozo!--aulle para que mama me oyera.
--iYo soy el que te voy a tirar!
Bruscamente desapareci a sus ojos tras las canas; corriendo siempre,
di un empujon a la piedra exploradora que esperaba una lluvia, y salte
de costado, hundiendome bajo la h
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