, y sin abrir casi los ojos, cegados por el
agua, murmuro:
--Caye... caray... Frio muy grande...
Llovio aun toda la noche sobre el moribundo, la lluvia blanca y sorda
de los diluvios otonales, hasta que a la madrugada Podeley quedo
inmovil para siempre en su tumba de agua.
Y en el mismo pajonal, sitiado siete dias por el bosque, el rio y la
lluvia, el mensu agoto las raices y gusanos posible; perdio poco a
poco sus fuerzas, hasta quedar sentado, muriendose de frio y hambre,
con los ojos fijos en el Parana.
El _Silex_, que paso por alli al atardecer, recogio al mensu ya casi
moribundo. Su felicidad transformose en terror, al darse cuenta al dia
siguiente de que el vapor remontaba el rio.
--iPor favor te pido!--lloriqueo ante el capitan--iNo me bajen en
Puerto X! iMe van a matar!... iTe lo pido de veras!...
El _Silex_ volvio a Posadas, llevando con el al mensu empapado aun en
pesadillas nocturnas.
Pero a los diez minutos de bajar a tierra, estaba ya borracho, con
nueva contrata, y se encaminaba tambaleando a comprar extractos.
#YAGUAI#
Ahora bien, no podia ser sino alli. Yaguai olfateo la piedra--un
solido bloque de mineral de hierro--y dio una cautelosa vuelta en
torno. Bajo el sol a mediodia de Misiones, el aire vibraba sobre el
negro penasco, fenomeno este que no seducia al fox-terrier. Alli abajo,
sin embargo, estaba la lagartija. Giro nuevamente alrededor, resoplo
en un intersticio, y, para honor de la raza, rasco un instante el
bloque ardiente. Hecho lo cual regreso con paso perezoso, que no
impedia un sistematico olfateo a ambos lados.
Entro en el comedor, echandose entre el aparador y la pared, fresco
refugio que el consideraba como suyo, a pesar de tener en su contra la
opinion de toda la casa. Pero el sombrio rincon, admirable cuando a la
depresion de la atmosfera acompana la falta de aire, tornabase
imposible en un dia de viento norte. Era este un flamante conocimiento
del fox-terrier, en quien luchaba aun la herencia del pais
templado--Buenos Aires, patria de sus abuelos y suya--donde sucede
precisamente lo contrario. Salio, por lo tanto, afuera, y se sento
bajo un naranjo, en pleno viento de fuego, pero que facilitaba
inmensamente la respiracion. Y como los perros transpiran muy poco,
Yaguai apreciaba cuanto es debido el viento evaporizador sobre la
lengua danzante puesta a su paso.
El termometro alcanzaba en ese momento a 40 deg.. Pero los fox-terriers de
buena
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