o satisfecho.
La muchacha deslumbraba, efectivamente, con su traje de raso, falda
verde y blusa amarilla; luciendo en el cuello sucio un triple collar
de perlas; zapatos Luis XV, las mejillas brutalmente pintadas, y un
desdenoso cigarro de hoja bajo los parpados entornados.
Caye considero a la muchacha y su revolver 44: era realmente lo unico
que valia de cuanto llevaba con el. Y aun lo ultimo corria el riesgo
de naufragar tras el anticipo, por minuscula que fuera su tentacion
de tallar.
A dos metros de el, sobre un baul de punta, los mensu jugaban
concienzudamente al monte cuanto tenian. Caye observo un rato
riendose, como se rien siempre los peones cuando estan juntos, sea
cual fuere el motivo, y se aproximo al baul, colocando a una carta, y
sobre ella, cinco cigarros.
Modesto principio, que podia llegar a proporcionarle el dinero
suficiente para pagar el adelanto en el obraje, y volverse en el mismo
vapor a Posadas a derrochar un nuevo anticipo.
Perdio; perdio los demas cigarros, perdio cinco pesos, el poncho, el
collar de su mujer, sus propias botas, y su 44. Al dia siguiente
recupero las botas, pero nada mas, mientras la muchacha compensaba la
desnudez de su pescuezo con incesantes cigarros despreciativos.
Podeley gano, tras infinito cambio de dueno, el collar en cuestion, y
una caja de jabones de olor que hallo modo de jugar contra un machete
y media docena de medias, quedando asi satisfecho.
Habian llegado, por fin. Los peones treparon la interminable cinta
roja que escalaba la barranca, desde cuya cima el "Silex" aparecia
mezquino y hundido en el lugubre rio. Y con ahijus y terribles
invectivas en guarani, bien que alegres todos, despidieron al vapor,
que debia ahogar, en una baldeada de tres horas, la nauseabunda
atmosfera de desaseo, patchuli y mulas enfermas, que durante cuatro
dias remonto con el.
* * * * *
Para Podeley, labrador de madera, cuyo diario podia subir a siete
pesos, la vida de obraje no era dura. Hecho a ella, domada su
aspiracion de estricta justicia en el cubicaje de la madera,
compensando las rapinas rutinarias con ciertos privilegios de buen
peon, su nueva etapa comenzo al dia siguiente, una vez demarcada su
zona de bosque. Construyo con hojas de palmera su cobertizo--techo y
pared sur--dio nombre de cama a ocho varas horizontales, nada mas; y
de un horcon colgo la provista semanal. Recomenzo, automaticamente,
sus dias de obraje: silenciosos
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