u dinero.
Por su parte Caye adquirio muchos mas extractos y lociones y aceites
de los necesarios para sahumar hasta la nausea su ropa nueva, mientras
Podeley, mas juicioso, insistia en un traje de pano. Posiblemente
pagaron muy cara una cuenta entreoida y abonada con un monton de
papeles tirados al mostrador. Pero de todos modos una hora despues
lanzaban a un coche descubierto sus flamantes personas, calzados de
botas, poncho al hombro--y revolver 44 en el cinto, desde
luego--repleta la ropa de cigarrillos que deshacian torpemente entre
los dientes, dejando caer de cada bolsillo la punta de un panuelo.
Acompanabanlos dos muchachas, orgullosas de esa opulencia, cuya
magnitud se acusaba en la expresion un tanto hastiada de los mensu,
arrastrando consigo manana y tarde por las calles caldeadas, una
infeccion de tabaco negro y extracto de obraje.
La noche llegaba por fin, y con ella la bailanta, donde las mismas
damiselas avisadas inducian a beber a los mensu, cuya realeza en
dinero de anticipo les hacia lanzar 10 pesos por una botella de
cerveza, para recibir en cambio 1.40, que guardaban sin
ojear siquiera.
Asi en constantes derroches de nuevos adelantos--necesidad
irresistible de compensar con siete dias de gran senor las miserias
del obraje--el _Silex_ volvio a remontar el rio. Caye llevo companera,
y ambos, borrachos como los demas peones, se instalaron en el puente,
donde ya diez mulas se hacinaban en intimo contacto con baules,
atados, perros, mujeres y hombres.
Al dia siguiente, ya despejada las cabezas, Podeley y Caye examinaron
sus libretas: era la primera vez que lo hacian desde la contrata. Caye
habia recibido 120 en efectivo, y 35 en gasto, y Podeley 130 y 75,
respectivamente.
Ambos se miraron con expresion que pudiera haber sido de espanto, si
un mensu no estuviera perfectamente curado de ese malestar. No
recordaban haber gastado ni la quinta parte.
--iAna...!--murmuro Caye--No voy a cumplir nunca...
Y desde ese momento tuvo sencillamente--como justo castigo de su
despilfarro--la idea de escaparse de alla.
La legitimidad de su vida en Posadas era, sin embargo, tan evidente
para el, que sintio celos del mayor adelanto acordado a Podeley.
--Vos tenes suerte... dijo.--Grande, tu anticipo...
--Vos traes companera--objeto Podeley--eso te cuesta para tu
bolsillo...
Caye miro a su mujer, y aunque la belleza y otras cualidades de orden
mas moral pesan muy poco en la eleccion de un mensu, qued
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