muerte de su gigante!...
La tarde anterior habia corrido hacia la capital a toda velocidad del
automovil-lechuza, prestado por su jefe el rector. Los altos senores del
gobierno estaban sobre un estrado junto al camino para ver llegar al
prisionero, teniendo a sus espaldas todo el vecindario de la capital, un
gentio tan enorme que se perdia de vista. Estos poderosos personajes lo
recibieron con grandes muestras de consideracion que no correspondian a
su humilde rango de profesor. El les hizo los mayores elogios de la
intelectualidad del gentleman gigantesco, declarandole distinto a todos
los colosos llegados antes al pais. Insinuo la conveniencia de guardarlo
por mucho tiempo, hasta saber, gracias a su cultura, los adelantos
realizados en el mundo de los hombres monstruosos, y copiar lo que
resultase aprovechable, si es que realmente habia algo digno de
imitacion, lo que le parecia algo problematico.
--Es lastima que este Hombre-Montana no sea una mujer....
Los senores del Consejo miraron con interes a Flimnap despues de sus
ultimas palabras, apreciandolo como un profesor de merito que habia
vegetado injustamente en el olvido, y mereceria en adelante su alta
proteccion. Tambien halago los gustos del rector, poderoso personaje
cuyos consejos eran siempre escuchados por los senores del organismo
ejecutivo.
El Padre de los Maestros--pues tal era su titulo honorifico--gustaba
mucho de los poetas, y hasta hacia versos cuando no estaba preocupado
por sus averiguaciones historicas. Todos los escritores de la Republica
alababan sus poesias como obras inimitables, siendo tales elogios el
medio mas seguro de alcanzar un buen empleo en la Ensenanza publica.
Al verlo Flimnap en el estrado de los senores del gobierno, se apresuro
a darle la noticia de que el gigante era tambien poeta, aunque "a su
modo", con toda la groseria y la torpeza propias de su sexo, pero
anadiendo que, a pesar de tales defectos, propios de su origen, parecia
poseer cierto talento.
--iOh Padre de los Maestros!--dijo--. Manana tendre el honor de
entregarle una traduccion hecha en nuestro idioma de los versos que he
encontrado en el cuaderno de bolsillo del Gentleman-Montana. Seria
deplorable que los altos senores del Consejo decidiesen su muerte. Mi
gusto seria traducir al ingles algunas de las inmortales obras de
nuestro admirable Padre de los Maestros, para que ese pobre gigante se
entere de que nuestra poesia ha llegado a una altura que jamas co
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