urante los luengos
siglos de tirania varonil todos los cargos y todas las funciones dignas
de respeto habian sido designadas masculinamente, la Verdadera
Revolucion creyo necesario despues de su victoria conservar las antiguas
denominaciones gramaticales, cambiando unicamente el sexo a que se
aplicaban. Asi, las cinco damas encargadas del gobierno eran denominadas
"los altos y poderosos senores del Consejo Ejecutivo", y las otras
mujeres directoras de la Administracion publica se titulaban
"ministros", "senadores", "diputados", etc. Por eso Flimnap habia
protestado al oir que el gigante le llamaba profesora en vez de
profesor. En cambio, los hombres, derribados de su antiguo despotismo y
sometidos a la esclavitud dulce y carinosa que merece el sexo debil,
eran dentro de su casa la "esposa" o la "hija", y en la vida exterior,
la "senora" o la "senorita".
Flimnap habia creido necesario, teniendo en cuenta su nueva importancia
oficial, llevar bajo el brazo una gran cartera de cuero, semejante a la
que ostentaban los altos funcionarios del Estado cuando iban a despachar
con los senores del Consejo Ejecutivo. En esta cartera guardaba las
actas de las tres sesiones que habia celebrado el _Comite de
recibimiento del Hombre-Montana,_ asi como los presupuestos de gastos,
presentes y futuros, para la manutencion de tan costoso huesped. Ademas
llevaba una traduccion, en idioma del pais, que habia hecho de los
versos escritos por el Gentleman-Montana en su cuaderno de notas.
El buen profesor Flimnap estaba inquieto por la suerte de su protegido.
Gillespie le inspiraba un interes que jamas habia experimentado por
ningun hombre de su propia tierra. Dedicado por completo a los trabajos
lingueisticos e historicos, solamente habia tratado con mujeres, y estas
eran todas profesores malhumorados y de austeras costumbres. Sentia una
temblorosa timidez siempre que el rector le invitaba a alguna de sus
tertulias, donde habia hombres jovenes en edad de casamiento, ansiosos
de que alguien los sacase a bailar o que entonaban romanzas
sentimentales acompanandose con el arpa.
Ademas, en su afecto sincero por el recien llegado habia algo de
egoismo. Gracias al Gentleman-Montana, acababa de conocer
instantaneamente todas las dulzuras de la celebridad, siendo el
personaje mas popular de la Republica en los presentes momentos. Despues
de la fama de Gillespie venia la suya. iQue derrumbamiento tan doloroso
en la sombra si el gobierno acordaba la
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