el rector de la primera de las
universidades, que hasta entonces le habia considerado como un triste
catedratico de una lengua muerta y de problematica utilidad, se dignaba
sonreirle, y hasta en la noche anterior, despues del recibimiento del
Hombre-Montana, lo habia invitado a cenar para que en presencia de su
familia contase todo lo ocurrido.
Los periodistas de la capital iban detras de el pidiendole intervius, y
hasta lo adulaban, hablando con entusiasmo de varios libros
profesionales que llevaba publicados y nadie habia leido. Personas que
le miraban siempre con menosprecio hacian detener en la calle su
automovil universitario en figura de lechuza.
--Mi querido profesor Flimnap--gritaban--, siempre he sentido una gran
admiracion por su sabiduria y soy de los que creen que la patria no le
ha dado hasta ahora todo lo que merece por su gran talento. Cuenteme
algo del Hombre-Montana. ?Es cierto que se alimenta con carne humana,
como van diciendo por ahi los hombres en sus charlas y chismorreos?...
Pero el profesor Flimnap tenia demasiado que hacer para detenerse a
contestar las preguntas de las ciudadanas curiosas. Apenas habia dormido
en la noche anterior. Despues de su cena con el jefe supremo de la
Universidad se traslado a la Galeria de la Industria para convencerse de
que el Gentleman-Montana podia dormir provisionalmente sobre trescientas
cuarenta y dos carretadas de paja que la Administracion del ejercito
habia facilitado a ultima hora. Poco despues de amanecer ya estaba en
pie el buen profesor, conferenciando con todos sus companeros del
_Comite de recibimiento del Hombre-Montana._ Estos, divididos en varias
subcomisiones, iban a dirigir a quinientos carpinteros encargados de
fabricar, antes de que llegase la noche, una mesa y una silla apropiadas
a las dimensiones del gigante, y a una tropa igualmente numerosa de
colchoneros, que en el mismo espacio de tiempo fabricarian una cama
digna del recien llegado.
El profesor Flimnap se proponia entrar ahora en las habitaciones
particulares de uno de los altos senores del Consejo Ejecutivo, que
momentaneamente era el presidente del supremo organismo. Cada uno de los
cinco individuos del Consejo lo presidia durante un mes, cediendo su
sillon al companero a quien tocaba el turno.
Estos cinco gobernantes eran mujeres, asi como todos los que
desempenaban un cargo en la Administracion publica, en la Universidad,
en la industria o en los cuerpos armados. Pero como d
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