scolapio trascendian fuertemente a lecturas modernisimas: en
todos ellos procuraba demostrar directa o indirectamente que no existe
incompatibilidad entre los adelantos de la ciencia y el dogma. Hablaba
de la evolucion, del transformismo, de la lucha por la existencia,
citaba a Hegel alguna vez, traia a cuento la teoria de Malthus sobre la
poblacion, el antagonismo del trabajo y el capital. De todo procuraba
sacar partido en defensa de la doctrina catolica. Para rechazar los
nuevos ataques era necesario emplear nuevas armas. Hasta se confesaba,
en principio, partidario de las teorias de Darwin, cosa que tenia
sorprendidos e inquietos a algunos de sus timoratos amigos y penitentes,
pero esto mismo contribuia a infundirles mas respeto y admiracion.
Cuando hablaba para las senoras solamente, prescindia de toda erudicion
que pudiera parecerles enfadosa; adoptaba un lenguaje mundano. Les
hablaba de sus tertulias, de sus saraos, de sus trajes y caprichos, como
quien los conoce perfectamente; sacaba comparaciones y argumentos de la
vida de sociedad, y esto encantaba a las damas y las postraba a sus
pies. Era el confesor de muchas de las principales familias de la
capital. En este ministerio demostraba una prudencia y un tacto
exquisitos. A cada persona la trataba segun sus antecedentes, posicion y
temperamento. Cuando tropezaba con una devota escrupulosa, viva y
ardiente como la marquesa de Alcudia, el buen escolapio apretaba de
firme las clavijas, se mostraba exigente, tiranico, entraba en los
ultimos pormenores de la vida domestica y los reglamentaba. En casa de
Alcudia no se daba un paso sin su anuencia. Y en estos sitios, como si
se gozase en mostrar su poder, adoptaba un continente grave y severo que
en otras partes no se le conocia. Cuando daba con alguna familia
despreocupada, con poca aficion a la iglesia, ensanchaba la manga, se
hacia benigno y tolerante, procurando nada mas que guardasen las formas
y no diesen mal ejemplo a los otros. Hacia cuanto le era posible por
afianzar esa alianza dichosa establecida de poco tiempo a esta parte
entre la religion y el "buen tono" en nuestro pais. Cada dia sacaba una
moda que a ello contribuyese, traducidas unas del frances, otras nacidas
en su propio cerebro. En la capilla u oratorio de alguna familia ilustre
reunia ciertos dias del ano por la tarde a las damas conocidas. Eran
unas agradabilisimas _matinees_, donde se oraba, tocaba el organo
expresivo la mas habil pianista, decia
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