incipientes amores. Y esto
porque, aunque parezca raro, Ramoncito habia llegado a interesarse de
verdad por la nina. El amor pocas veces es un sentimiento simple. A
menudo contribuyen formarle y darle vida otras pasiones, como la
vanidad, la avaricia, la lujuria, la ambicion. Asi formado apenas se
distingue del verdadero amor: inspira el mismo vigilante cuidado y causa
las mismas zozobras y penas. Ramoncito se creia sinceramente enamorado
de Esperancita, y acaso tuviera razon para ello, pues la apetecia,
pensaba en ella a todas horas, buscaba con afan los medios de agradarla
y aborrecia de muerte a sus rivales. Por mas que se esforzaba en seguir
los consejos del admirado Pepe Castro, procurando ocultar su inclinacion
o al menos la vehemencia con que la sentia, no lo lograba. Habia
empezado por calculo a festejarla, con el dominio sobre si de un hombre
que tiene libre el corazon: habia llegado pronto, gracias a la
resistencia desdenosa de la chica, a preocuparse vivamente, a sentirse
aturdido y fascinado en su presencia. Luego la competencia de otros
pollos le encendia la sangre y los deseos de hacerse pronto dueno de la
mano de la nina. En obsequio a la verdad, hay que decir que se habia
olvidado "casi" de los millones de Calderon, que amaba ya a la hija
"casi" desinteresadamente.
--?Conque ha hablado usted en el Ayuntamiento, Ramon?--le pregunto
Pacita--. ?Y que ha dicho usted?
--Nada, cuatro palabras sobre el servicio de alcantarillas--respondio
con afectado aire de modestia el joven.
--?Pueden ir las senoras al Ayuntamiento?
--?Por que no?
--Pues yo quisiera mucho oirle hablar un dia.... Y Esperancita tiene mas
deseos que yo, de seguro.
--iNo, no!... Yo no--se apresuro a decir la nina.
--Vamos, chica, no lo disimules. ?No has de tener ganas de oir hablar a
tu novio?
Esperanza se puso como una amapola y exclamo precipitadamente:
--Yo no tengo novio, ni quiero tenerlo.
Ramoncito tambien se puso colorado.
--iPero que cosas tan horribles tienes, Paz!--siguio aturdida y
confusa--. No vuelvas a hablar asi porque me marcho de tu lado.
--Perdona, hija--dijo la maliciosa nina, que se gozaba en el
aturdimiento de su amiga y del concejal--. Yo creia.... Hay muchos que
lo dicen.... Entonces, si no es Ramon sera Federico.... Maldonado
fruncio el entrecejo.
--Ni Federico ni nadie.... iDejame en paz!... mira, aqui esta el padre
Ortega; levantate.
II
#Mas personajes.#
Un clerigo alto,
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