por la Inclusa,
dirigia desde hace algun tiempo sus obsequios a la nina de Calderon. Era
un matrimonio bastante proporcionado, al decir de los amigos. Esperanza
seria mas rica que Ramoncito, porque la hacienda de D. Julian era solida
y considerable; pero aquel, que tampoco estaba en la calle, tenia ya
comenzada con buenos auspicios su carrera politica. Los padres de la
chica ni se oponian ni alentaban sus pretensiones. Con el aplomo y la
superioridad que da el dinero, Calderon apenas fijaba la atencion en
quien requeria de amores a su hija, abrigando la seguridad de que no le
faltarian buenos partidos cuando quisiera casarla. Y en efecto, cinco o
seis pollastres de lo mas elegante y perfilado de la sociedad madrilena
zumbaban en los paseos, en las tertulias y en el teatro Real alrededor
de la rica heredera, como zanganos en torno de una colmena. Ramoncito
tenia varios rivales, algunos de consideracion. No era lo peor esto,
sino que la nina, tan apagada de genio, tan timida y silenciosa
ordinariamente, solo con el era atrevida y desenfadada, autorizandose
bromitas mas o menos inocentes, respuestas y gestos bruscos que
mostraban bien claro que no le tomaba en serio. Por eso le decia a
menudo Pepe Castro, su amigo y confidente, que se hiciese valer un poco
mas; que no se manifestase tan rendido ni ansioso; que a las mujeres hay
que tratarlas con un poco de desden.
Este Pepe Castro no solo era el amigo y el confidente de Maldonado, pero
tambien su modelo en todos los actos de la vida social y privada. Los
juicios que pronunciaba acerca de las personas, los caballos, la
politica (de esto hablaba pocas veces), las camisas y los bastones eran
axiomas incontrovertibles para el joven concejal. Imitabale en el
vestir, en el andar, en el reir. Si el otro compraba una jaca espanola
cruzada, ya estaba Ramoncito vendiendo la suya inglesa para adquirir
otra parecida; si le daba por saludar militarmente llevandose la mano
abierta a la sien, a los pocos dias Ramoncito saludaba a todo el mundo
como un recluta; si tomaba una chula por querida, no tardaba mucho
nuestro joven en pasear por los barrios bajos en busca de otra. Pepe
Castro se peinaba echando el pelo hacia adelante, para ocultar cierta
prematura calva. Ramoncito, que tenia un pelo hermoso se peinaba
tambien hacia adelante. Hasta la calva hubiera imitado con gusto por
parecerle mas _chic_. Pues bien, a pesar de tan devota imitacion no
habia podido obedecerle en lo tocante a sus
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