a
madre de la esposa de Calderon, aunque mucho se diferenciaba de ella en
el rostro y la figura: delgada al punto de no tener mas que la piel
sobre los huesos, morena, ojos hundidos y penetrantes, revelando en
todos los rasgos de su fisonomia inteligencia y decision. Hablando con
ella esta Pinedo, el inquilino del cuarto tercero. Aunque su bigote no
tiene canas, se adivina facilmente que esta tenido: su rostro es el de
un hombre que anda cerca de los sesenta: fisonomia bonachona, ojos
saltones que se mueven con viveza, como los que poseen un temperamento
observador. Viste con elegancia y manifiesta extraordinaria pulcritud en
toda su persona.
Al ver en la puerta a nuestra bellisima dama, la tertulia se conmovio.
Todos se alzan del asiento, excepto la senora de Calderon, en cuyo
rostro parado se dibujo una vaga sonrisa de placer.
--iAh, Clementina! iQue milagro el verte por aqui, mujer!
La dama se adelanto sonriente, y mientras besaba a las senoras y daba la
mano a los caballeros, respondia a la carinosa reprension de su cunada.
--iAnda! Aplicate la venda, hija, tu que no pareces por mi casa mas que
por semestres.
--Yo tengo hijos, querida.
--iMiren ustedes que disculpa! Yo tambien los tengo.
--En Chamartin.
--Bueno; el tener hijos no te priva de ir al Real y al paseo.
Clementina se sento entre su cunada y la marquesa de Alcudia. Los demas
volvieron a ocupar sus asientos.
--iAy, hija!--exclamo aquella respondiendo a la ultima frase.--iSi
vieras que catarrazo he pillado la otra noche en el teatro! El tonto de
Ramoncito Maldonado es el que ha tenido la culpa. Con tanto saludo y
tanta ceremonia, no acababa de cerrar la puerta del palco. Aquel aire
colado se me metio en los huesos.
--Ha tenido fortuna ese aire--manifesto con sonrisa galante el general
Patino.
Todos sonrieron menos la interesada, que le miro con sorpresa abriendo
mucho los ojos.
--?Como fortuna?
Fue necesario que el general le diese la galanteria mascada; solo
entonces la pago con una sonrisa.
--?No es verdad que ha estado muy bien Gayarre?--dijo Clementina.
--iAdmirable! como siempre--respondio su cunada.
--Yo le encuentro falto de maneras--expreso el general.
--iOh, no, general!... Permitame usted....
Y se empeno una discusion sobre si el famoso tenor poseia o no poseia el
arte escenico, si era o no elegante en su vestir. Las senoras se
pusieron de su parte. Los caballeros le fueron adversos.
Del tenor pasaron
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