yunques, chirridos de limas que mordian el acero,
piafar de corceles, voces descompuestas, risas inextinguibles, gritos
desaforados, notas destempladas, juramentos y sonidos extranos y
discordes, flotaban a intervalos como un soplo de brisa armoniosa los
lejanos acordes de la musica del sarao.
Este, que tenia lugar en los salones que formaban el segundo cuerpo
del alcazar, ofrecia a su vez un cuadro, si no tan fantastico y
caprichoso, mas deslumbrador y magnifico.
Por las extensas galerias que se prolongaban a lo lejos formando un
intrincado laberinto de pilastras esbeltas y ojivas caladas y ligeras
como el encaje, por los espaciosos salones vestidos de tapices, donde
la seda y el oro habian representado, con mil colores diversos,
escenas de amor, de caza y de guerra, y adornados con trofeos de armas
y escudos, sobre los cuales vertian un mar de chispeante luz un
sinnumero de lamparas y candelabros de bronce, plata y oro, colgadas
aquellas de las altisimas bovedas, y enclavados estos en los gruesos
sillares de los muros; por todas partes a donde se volvian los ojos,
se veian oscilar y agitarse en distintas direcciones una nube de damas
hermosas con ricas vestiduras, chapadas en oro, redes de perlas
aprisionando sus rizos, joyas de rubies llameando sobre su seno,
plumas sujetas en vaporoso cerco a un mango de marfil, colgadas del
puno, y rostrillos de 'blancos encajes, que acariciaban sus mejillas,
o alegres turbas de galanes con talabartes de terciopelo, justillos de
brocado y calzas de seda, borceguies de tafilete, capotillos de mangas
perdidas y caperuza, punales con pomo de filigrana y estoques de
corte, brunidos, delgados y ligeros.
Pero entre esta juventud brillante y deslumbradora, que los ancianos
miraban desfilar con una sonrisa de gozo, sentados en los altos
sitiales de alerce que rodeaban el estrado real llamaba la atencion
por su belleza incomparable, una mujer aclamada reina de la hermosura
en todos los torneos y las cortes de amor de la epoca, cuyos colores
habian adoptado por emblema los caballeros mas valientes; cuyos
encantos eran asunto de las coplas de los trovadores mas versados en
la ciencia del gay saber; a la que se volvian con asombro todas las
miradas; por la que suspiraban en secreto todos los corazones,
alrededor de la cual se veian agruparse con afan, como vasallos
humildes en torno de su senora, los mas ilustres vastagos de la
nobleza toledana, reunida en el sarao de aquella noche. Los
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