a la
fortaleza, haciendoles la niebla mas facil el acceso, y lo que
era de admirar, que estando en otras partes clara sobre el
fuerte, estuvo mas espesa para los que la miraban y asechaban
desde el alto, lo que dio esperanza de victoria. Mas a la
verdad, no se porque caso o desgracia, no supo aprovechare de
ella el pueblo. Asalto una y otra vez, y sufrio por casi dos
horas mas de mil tiros de fusil, y cien de ocho piezas, siendo
dos de las mayores: pero sin dano particular, porque nunca
avanzaron del todo. Mientras el gefe principal de los indios,
valerosamente mandaba y animaba a los suyos, salieron tres
negros por una oculta abertura de la tierra, y uno de ellos
atraveso por el pecho al supremo capitan llamado Alejandro, del
pueblo de San Miguel: no obstante dos de ellos pagaron con la
vida su atrevimiento. Despues, acercandose mas a la artilleria,
y sin cautela, a otro soldado Lorenzista lo mato un balazo: pero
no murieron mas que estos tres. Fue herido gravemente un
Luisista con seis Miguelistas, y su capitan levemente. Creo que
ningun Juanista fuese herido, porque la mayor parte, mientras se
estaba en el conflicto, se mantuvo en la otra parte del rio,
comiendo sus ollas y asados, y el capitan de ellos, entrandose
desde el principio en el bosque, no se sabe donde fue a parar.
Finalmente retrocedieron los nuestros, y por esto, animandose el
enemigo, salio de la fortaleza, en numero de 200, trayendo
consigo dos piezas: por lo cual, aturdida la gente, comenzo a
desparramarse, y dejo por despojos al enemigo el mayor canon
que tenia.
Se llegaron a razones: primeramente dijeron: haya paz entre
nosotros y cese la guerra, porque en nuestros corazones no
abrigamos enemistades contra vosotros, ni poseemos
temerariamente esta tierra, sino por mandado de vuestro Rey, y
del Gobernador que en su lugar las gobierna, y tambien con
consentimiento de vuestros padres, (juzgo que entendian aquel
que de Europa vino a este negocio) y de algunos de vuestra
gente: dejadnos gozar de esta tierra, cuando por otra parte no
nos esperimentais molestos (si es que se puede dar credito a
estas razones): volvednos tan solamente los caballos que nos
habeis tomado. Sepe, aquel celebre capitan de los Miguelistas,
el cual entonces mandaba la artilleria, y sabia hablar algun
tanto espanol, y era un poco conocido de uno de los Portugueses,
porque ahora poco el estuvo en l
|