vos." Finalmente, persuadidos con estas y semejantes
mentiras, se huyeron todos, a excepcion cuando mas de 10 mugeres
y ninos, quienes estando ya bien hallados con aquel racional
modo de vivir, compraron de sus padres a precio de lagrimas la
licencia para quedarse. Unos tomaron con teson la huida hasta el
rio Ibicuy o de Arenas, otros hasta sus orillas, otros se
escondieron por los campos y bosques vecinos a la vista del
pueblo, para ver si sucedia algun mal a los suyos que se habian
quedado. Pero, habiendo vuelto al amanecer el cura, e impuesto
de lo acaecido, recojio a los fugitivos y, por sentencia del
Superior de Misiones, envio o desterro al pesimo consejero
embuidor al pueblo de la Trinidad, de la otra banda del gran rio
Parana. Con todo, no basto esto para que este embustero perverso
no se huyese otra vez, y se refugiase finalmente a los
Portugueses, quienes por estas esclarecidas hazanas lo hicieron
corregidor (o principal del pueblo, como llaman los espanoles)
del pago que habian formado de los paisanos del dicho, y
participantes de su suerte: y asi lo recibieron solamente para
que diese dictamenes contra su gente y compatriotas.
49. Este versista embustero, pues, resistio audacisimamente, y
conociendo el genio de los suyos, enseno que habia que recelar:
mas que con mana y estratagema se debia abrir el camino; y el
mismo contuvo con gran prudencia a los Portugueses, que deseaban
entrar al pago de Santa Tecla, por las tierras de San Miguel,
con un ejercito poderoso de valor, armas y caballos, que con su
velocidad y arrebatada carrera los hubiera atropellado. Animaba
tambien este Aquitofel a los sanguinarios enemigos con sus
sazonados y agudos chistes. Y no ignorando el odio antiguo de
los Brasileros, que aborrecen a los pastores de este rebano, y
para hartar tambien el suyo, se llamaba companero de ellos, y se
les ofrecia a correr la tierra, y recoger las cabezas de los PP.
que cortasen las espadas vencedoras de Gomez Freire.
50. Los Luisistas, que tenian tomado el paso del rio Phacido,
viendose desiguales en numero y armas al enemigo, y que este
intentaba pasar el rio, por enganarlo en sus esperanzas, y
hacerle creer que se querian entregar, bajo capa de amistad, les
dieron o regalaron toros y vacas para que comiesen y matasen
para su sustento, mientras volaban correos por los pueblos, y se
juntaban los ejercitos. Pasaron final
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