con numero incomparablemente mayor que
los Portugueses, que venian de lejos en caballos cansados con el
hambre y consumidos con los frios, lo que ponia a los indios
iguales en las armas a los Portugueses. Esperaba pues dicho
Lorenzista, que si los sacase a las llanuras de aquellas sus
tierras, los habia de acabar o derrotar con el impetu de su
gente y caballos: pero como casi penetrase el intento Gomez
Freire, se resistio fuertemente, y no quiso salir de entre los
montes y brenas. Cierto indio fugitivo, baqueano de la tierra, y
natural de San Borja, que de muchos anos a esta parte se habia
huido de su pueblo, (como suelen los indios malhallados con la
ensenanza, y deseosos de vida mas libre) y habitaba en las
soledades de los bosques que terminan las estancias de los
pueblos, con no pequena tropa de los de su mismo proceder,
saliendo de cuando en cuando a las vecinas estancias de San
Miguel, arreaba gran numero de caballos y ganado, no solo para
su alimento y de los suyos, sino para contratar con los
Portugueses. De cinco anos a esta parte, poco mas o menos,
comenzaron los Miguelistas en las cabezas de sus tierras a
perseguirlo como ladron; y si cierto sacerdote no hubiese
intercedido al capitan de los estancieros, lo hubieran muerto,
como lo tenia bien merecido. Pero dejandolo vivo, lo llevaron a
su pueblo con casi 20 de sus paisanos o companeros. Apenas habia
estado en este pueblo un poco de tiempo, cuando en el silencio
de la media noche se fue a incorporar con 60 gentiles de la
nacion Minuana, que poco ha se habia agregado al numero de los
catecumenos, y persuadio a muchos que se huyesen; hallandose el
cura a la sazon en ejercicios en el vecino pueblo de Santo Tome.
"No creais, decia a los Padres, que inmediatamente os han de
llevar con cadenas y grillos a las ciudades de los espanoles,
para que seais esclavos de ellos: ?por ventura no advertis que
os atraen con sus halagos a este fin?" El cura se habia ido a un
pueblo vecino al rio. Habia llegado otro sacerdote, que no
estaba bien impuesto en la lengua, con motivo de confesar a un
indio herido de un tigre. Habia sido enviado antes por los
espanoles, y era tan viejo, que desvariaba, sin poder tomar
sueno, con una enfermedad que habia contraido en el camino. A
este decia el embustero, que los espanoles venian: "creedme,
anadia, que si esta noche no os escapais, acaso manana estareis
cauti
|