rincipalmente porque en los yerbales no se que
hacian los enemigos: sospecho que los fuegos que se habian visto
no fuese que maquinasen alguna irrupcion, o que componian los
caminos. Luego al punto se destinaron diez Juanistas, y casi
otros tantos de San Angel, para que fuesen hacia los montes,
adonde se haria alto; y del pueblo de San Miguel, un capitan del
campo que estaba de guardia en Santa Tecla, para que avisase a
los suyos el estado en que estaban las cosas: porque se decia
que por aquella parte amagaban los enemigos, y que ya habia dos
meses que caminaban, a saber, desde el 5 de Diciembre.
80. Cuando por este tiempo todo este aparato parecia se quedaba
en pareceres o disposiciones, y por otra parte se confirmaba la
venida del enemigo con cuotidianos correos, y los curas se
estaban durmiendo o en inaccion, hubo quien empezo a mover el
negocio, exponiendo que no se debia andar con negligencia, y que
se debian juntar tropas, ponerlas listas y despacharlas a los
terminos de la jurisdiccion, para que no entrase el enemigo a
los campos remotos de las estancias o crias, destrozandolas y
matando, sin ser castigado, y no estorbandoselo nadie. Con
dificultad se consiguio esto, despues de muchas razones que se
expusieron: es a saber, que llegaria tarde el ejercito para
salir al encuentro desde casi 100 leguas de distancia, si
entonces se empezaban a juntar tropas, cuando ya el enemigo
acometiese: que el enemigo podia andarlo todo, y los reales
portugueses se andarian camino recto, por medio de las estancias
que destruirian: que cerrarian la comunicacion a los indios, y
les quitarian la comida, cuya falta ya se empezaba a sentir; y
finalmente que siempre es mejor atacar primero al enemigo que no
ser atacado de el. Por estas razones al fin se consiguio que se
despachasen nueve correos o postas, los que por todas partes
avisaran y movieren a los confederados. Tambien el capitan de la
Concepcion estaba ya con una partida de 150 hombres en sus
estancias que confinan con las de San Miguel, y para completar
dicha partida se enriaron otros 60 del pueblo. Pusieron en
movimiento a los escuadrones auxiliares, que debian venir de los
pueblos de Santana, del de San Carlos y de los Angeles, 60, del
de los Martires, 60, del de San Javier, y de Santa Maria, 30.
Arregladas de repente por aquella parte las cosas, repuesto el
capitan que poco antes lo habian qui
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