nte, todas las cartas que venian de las ciudades de
los Espanoles anunciaban que habia grandisima esperanza: que por
dias se esperaba de Europa un navio de guerra que habia de
desbaratar todo el tratado; que todo el bienestar de los indios,
en este intermedio que se aguardaban las providencias, consistia
en la constante oposicion a los Ministros reales que estaban en
estas partes, los cuales trabajaban con ahinco en la ejecucion
del tratado, para que antes que viniese de la Corte el consuelo
a los pobres, las cosas estuviesen en tal estado que no
admitiesen remedio, estando una vez tomados algunos pueblos: y
por tanto, protestaban a los indios que harian al Monarca un
gran servicio, si se defendian, oponian y resistian con todas
sus fuerzas, mientras llegaba de Europa la providencia que se
esperaba. ?Quien creyera esto? que las cosas de los indios esten
en tal estado, y se hallen en tal situacion que para servir al
Rey y prestarle fidelidad, sea necesario tomar contra el mismo
Rey las armas.
84. Marchaban ya sobre el enemigo las sobredichas tropas, pero
con paso tan remiso, como acostumbran para todas las cosas los
indios, que podia el enemigo ocupar facilmente todas las tierras
de la otra banda del Monte Grande. Pero como este tenia
necesidad de buscar los portugueses auxiliares, e irles al
encuentro, marcho hasta Santa Tecla por unos largos rodeos, y
asi dio lugar a los indios para que 100 Miguelistas, que iban
con pasos mas acelerados con su capitan Jose Tiararu, se les
pusiesen a la vista.
85. Los primeros a quien este capitan acometio fueron 16
espanoles con su alferez, los cuales fueron a reconocer las
tierras de San Agustin. Habiendo con sus soldados atacado a
estos, facilmente los desbarato, y los despedazo todos, como si
fuera uno solo. A otros 20 no lejos de los Cerros Calvos, que
los indios llaman _Mbatobi_ con la misma fortuna los acabo,
excepto uno que se escapo huyendo: con estas dos matanzas se
hicieron los espanoles mas cautos, y asi despues escudrinaban o
exploraban las tierras con tropas mas crecidas: y a la verdad a
fines de Enero, habiendo salido un numeroso escuadron, enviaron
adelante cinco exploradores, a los que, habiendo el capitan Jose
acometido con poquitos de los suyos, como no hicieren
resistencia, los persiguio y mato a cuatro: mas el quinto,
escapandose por la ligereza del caballo, llego corriendo a los
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