amantes de sus pastores se dolian de lo que padecian, y los mas
obedientes iban a concitar en su auxilio a los de la Cruz. Pero
la parte contraria confederaba en su ayuda a los barbaros
gentiles Charruas. Por horas pues se temia, que de esta pavesa
reventase un incendio: mas llego a tiempo una orden del Padre
Provincial, que se mudasen los curas que servian de tropiezo a
los ofendidos. Para esto partio el cura de la Concepcion, como
mediador de los pastores de aquel pueblo: a la verdad este
varon, Jose Cardiel, por amor del pueblo ha padecido mucho; y
asi con otro companero se fue alla. Lo recibieron con grande
alegria, con el festivo estrepito de la artilleria, (porque no
ignoraban cuantas cosas habia padecido por defenderlos el nuevo
cura) y colgando las banderas de todo el ejercito del pueblo,
como tambien con repique de campanas. Luego que entraron en la
casa de los PP., pusieron de su buena voluntad, y sin ser
reconvenidos, en las manos y a los pies del cura las llaves, y
todas las cosas pertenecientes al Gobierno, con los sellos del
mando, que ya por algunos meses a beneplacito del pueblo los
principales y caciques habian usurpado; prometiendo obedecer en
todo, excepto el punto de transmigracion. Logro esta
pacificacion, y habiendose hecho tres dias de funerales por los
muertos, visito los enfermos, y los regalo con algunas cosas que
le habian dado. Les esplico la manera de tratamiento, y
reprendio las cabezas de la sublevacion, corrigiendolos
amorosamente. No se supo en este mes otra cosa de lo acaecido en
aquel pueblo.
60. No iban las cosas de mejor modo a los indios en el rio
Phacido, o Yaguy, porque ya no solamente estaban discordes entre
si, sino tambien con el capitan Nenguiru: porque como advirtiese
la gente de algunos pueblos que dicho capitan a unos se
entregaba totalmente, y a otros nada, le perdieron tambien la
voluntad. Tuvieron por este tiempo frecuentes platicas con los
Portugueses, provocandolos siempre a que saliesen a la llanura:
pero asegurados por todas partes ellos en las riberas del rio,
con montes asperos, habiendo cortado para murallas troncos, y
habiendose fortificado, se mantuvieron inmobles. No faltaban en
los reales de los indios quienes de noche, y otras veces a
escondidas, se fuesen a los del enemigo, atraidos con las
esperanzas de premios, y a hacer negociacion, la que prometia
abundante el enemigo
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