o, habiendo los Lusitanos con furor,
hechole muchas amenazas. Esto decia el, mas si fuese verdad lo
que decia se esperaba lo probase el efecto, si se ofreciese la
ocasion; mas por entonces asi se creyo.
72. Tambien esparcieron los Portugueses con estas cosas no pocas
mentiras contra los indios, y principalmente que muchisimos se
habian pasado a ellos, y que numerosas cuadrillas a menudo se
iban huyendo de la tirania de los PP., y que ya se contaban y
numeraban algunos cientos de los dichos. Fingian estas cosas con
el fin de provocar a los Espanoles a volver a emprender la
guerra, pero despues se descubrieron reos o autores de la
mentira, cuando por mano del Provincial de la provincia del
Brasil enviaron la lista de los indios que moraban entre ellos:
de los cuales algunos estaban casados, y otros lo pedian: pero
no contaban mas de 50, de los cuales muchos tenian apellidos del
pueblo de San Borja, pero discrepaban en los nombres. Se hallo
tambien que otros, que estaban insertos en dicha lista por su
nombre y apellido, ya se habian restituido otra vez a sus
pueblos. Los Portugueses andaban solicitos en persuadir a los
Espanoles estas cosas, mas a los indios les constaban otras: es
a saber, que el Padre Rabago, (en quien ponian los indios en lo
humano alguna esperanza de su patrocinio) habia sido privado del
confesionario del Rey, que habia caido de gracia, y a mas de
esto, que estaba preso: pero despues avisaron de Europa, que era
impostura y mentira de los Portugueses.
73. Ya fenecia Julio, cuando en el puerto de Montevideo aparecio
una embarcacion mercantil el dia 27 de Julio, la cual traia 150
soldados presidarios para aquel castillo, y 70 Misioneros de la
Compania, 40 para la provincia de Chile, y 31 para la nuestra;
quedandose en Espana los demas, que casi eran otros tantos, con
el procurador que reside en la Corte, y tiene a su cuidado los
negocios de la Provincia y Misiones. En verdad que no causo a
todos poco consuelo esta noticia, especialmente por haberse
llenado la provincia de noticias prosperas, y tambien de cartas
que anunciaban todo favorablemente. Parecia que estaba el
negocio concluido, que la Corte habia desecho el inicuo tratado,
que se regocijaba o deleitaba con nuestra fidelidad y
obediencia, que habia aceptado la apelacion por parte de los
pueblos, que mandaba se suspendiesen las cosas. Asi se decia a
los principi
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