presidarios,
parecio oponer un castillo al del enemigo. Se hablo con los
Luisistas sobre dejar por ahora en esta tierra un presidio con
60 hombres, y hacer una fortalecita, de la cual cada semana
saliese un destacamento a correr toda la tierra; porque no fuese
que en algun escondrijo se estableciese el enemigo, y levantase
fortalezas dificiles de destruir a los indios, que no saben, ni
sufren el sitio o combate. Empero no asentian los soldados, y no
se podia juntar facilmente quienes se atreviesen a trabajar.
Finalmente, dejando a cada cual lidiar con su genio, se senalo y
escogio el lugar para la fortaleza futura, por si acaso la
quisiesen hacer.
38. Comenzando hoy el mes de Marzo, se paso con sumo trabajo el
rio Curutuy, y cerca de visperas, tambien el Yaguy, y caminadas
tres leguas mas, a grandes jornadas por via recta, con camino y
espacio de dos dias, llegamos al pie de la montana de San Lucas,
y habiendo con realidad pasado la cercania, aunque continuaban
las lluvias, y los rios estaban crecidisimos, apartandonos de
muchos arroyos pantanosos, a 8 de Mayo llegamos, sin ser
esperados, al pueblo de San Miguel, en el mismo dia de su
aparicion: y no sucedio en el camino otra cosa digna de memoria,
sino es que la tristeza puso en suma consternacion al pueblo.
Cada cual del ejercito, que se habia dividido, se volvia a sus
estancias y pueblos, muy despacio, mirando por las cabalgaduras,
quedandose unos pocos por todas partes a explorar los
movimientos de los enemigos, sus discursos, y prohibirles sus
invasiones.
39. Cuando sucedian estas cosas con menos felicidad en los
limites de los Portugueses, se esparcian en las ciudades de los
Espanoles nuevas amenazas y nuevas mentiras. En 28 de Febrero
habia llegado el navio llamado la _Aurora_, y tomo puerto, dando
noticia del obstinado animo del secretario del Rey, el que se
afirmaba cada vez mas en tan grandes injusticias. Tambien
avisaba que el confesor del Monarca, aunque muy bien conocia
aquella iniquidad, y de tal suerte era estimulado de su propia
conciencia, que recelaba se oyese llamar ante el juez y autor
supremo consejero de una cosa mala, con todo, desconfiando de la
pusilanimidad del Rey, y temiendo no fuere que cayese de animo
oyendo tan enorme maldad, llevado de humanos respetos, determino
ocultar este negocio al principe; y antes bien pedir una y otra
vez dejacion de su ofic
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