os limites de las tierras de San
Miguel con los demarcadores, se allego mas cerca, convivado por
ellos a entrar en la fortaleza a tratar de la paz y de los
caballos que habian de volverse. He aqui! (iquien lo creyera!)
que se dejo enganar de los enemigos, reclamandole, y
disuadiendoles los capitanes amigos, y se cuenta, que fue
recibido honorificamente, presentandole las armas. Despues,
viendo que lo habian recibido con tanto honor, 14 subditos de su
jurisdiccion, todos de a caballo, y con el ejemplo de estos,
seis Luisistas, un Juanista, (porque acaso no habia mas) dos
Lorenzistas, no siendo llamados ni forzados, y mas
probablemente, afirman algunos, que los primeros fueron
cautivados con otros 14, a la manera que un incauto ratoncillo
se va a la trampa, le siguieron como una manada de cabras, que
estando ciego el chivato, que sirve de capitan al rebano, perece
con todas ellas.
No bien habian entrado, cuando ya por todas partes fueron
cercados del enemigo armado, y se hallaron cautivos. Hallandose
con este hecho perpleja la demas turba, aunque alguna parte se
mantenia constantemente a la vista, finalmente volvio las
espaldas, y se retiro a la tarde a sus reales: aunque no
enteramente, porque temerosa la fama, anunciaba la entrada del
capitan con alguna gente, pero temia promulgar que estaba
cautivo. Luego al punto se mando dos y tres veces, que volviesen
a pasar el rio los caballos que se habian quitado, y que no
tardasen, por si acaso por esto tuviesen cautivos a los soldados
que habian de ser redimidos.
36. Cumplieron con lo primero, mas no pudieron ejecutar lo
segundo, porque a medida que los soldados pasaban su caballo, se
lo tomaban para si, y al amanecer, siendo los primeros aquellos
que en allegarse eran los ultimos, tomaron una gran parte de los
caballos del enemigo, se volvieron los Juanistas, despues de
sepultados los dos muertos. Las partidas de los demas pueblos,
despues de haber cantado solemnemente ayer a visperas el
responsorio por el capitan y los soldados, en el valle en que
estaba su pastor de almas, y estandose ante el, comenzaron a
retroceder. Habiendose caminado un poco, se presento un
explorador, y dijo, que los Portugueses pedian sus caballos, y
prometian por su parte la libertad de los cautivos: mas aquellos
habian ya caminado tanto, que sino despues de visperas, pero ni
aun al dia siguiente se podian juntar
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