los regimientos franceses que iban a unirse
con Napoleon en Astorga. El bravo militar, aclamado jefe de la partida
que Elias y el cura de Carrion organizaron, salio aquella noche, dejando
a su hija en poder de dos antiguas criadas. Situaronse a un cuarto de
legua del pueblo, y al amanecer del siguiente dia se vieron brillar a lo
lejos las bayonetas de los franceses. La guerrilla les hostilizo con
fuegos esparcidos: al principio, los franceses vacilaron con la
sorpresa; mas repuestos un poco, atacaron a los nuestros. El combate fue
encarnizado. Elias y Chacon se miraron con angustia. "iSon tres veces
mas que nosotros!--dijo Chacon;--pero _no importa_: iadelante!"
Retrocedieron hasta la entrada del pueblo: alli la lucha fue horrible.
Desde las ventanas, desde las esquinas disparaban los paisanos contra
el enemigo, cuyas filas se diezmaban. El coronel mandaba a los suyos con
un denuedo sin ejemplo. A la partida uniose al fin el resto del pueblo.
Un esfuerzo mas, y los franceses eran vencidos. Este esfuerzo se hizo:
costo muchas vidas; pero los franceses, no queriendo perder mas gente,
emprendieron la retirada hacia Valencia de Don Juan.
El pueblo todo les siguio, con Chacon a la cabeza; pero aun no habia
andado este veinte pasos, cuando fue herido por una bala: dio un grito y
cayo banado en su sangre. Las mujeres le rodearon, llorando todas al
verle herido; el dijo algunas palabras, volvieron los suyos, y entre
cuatro le llevaron a su casa. Antes de llegar a ella ya estaba muerto.
Reinaba en el pueblo la consternacion, porque habian perecido muchos
hijos y muchos maridos; las madres y las esposas gritaban por las calles
con amargos y dolorosos lamentos. Delante de la puerta de la casa de
Chacon habia un grupo de mujeres silenciosas que contemplaban el cadaver
del coronel, tenido en sangre, con la frente partida y destrozado el
pecho. Algunos ninos, en quienes podia mas la curiosidad que el miedo,
se habian acercado hasta tocarle los dedos, las espuelas y el cinturon.
Nadie hablaba en aquella escena, y solo la pobre Clarita, consternada al
ver que todos la miraban llorando, comenzo a llamar con fuertes voces a
su padre, cuya muerte no comprendia.
--Que nina es esta?--pregunto Elias.
--Es su hija,--contesto una mujer que la tenia abrazada.
--?Y no tiene madre?--
--No, senor,--
--?Y que vamos a hacer de ella?--dijo Elias mirando al cura de Carrion y
a los demas cabecillas del tumulto.
Todos se encogieron d
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