omo montes y nubes de espuma
ocultaban, durante algun tiempo, a aquellos valientes.
En la cubierta del barco encallado, dos hombres y una mujer accionaban y
gritaban. El viento nos trajo sus voces.
La lancha se fue acercando al costado de la goleta, estuvo solo un
momento junto a ella, y se desasio violentamente del casco del buque
perdido y se hundio entre las espumas. Los dos hombres y la mujer
desaparecieron de la cubierta.
Creimos que la trincadura habia desaparecido en el mar. Esperamos con
ansiedad, registrando el horizonte con la mirada. Alla estaban; los
vimos entre la niebla. Zurbelcha seguia inclinado sobre su remo y la
lancha avanzaba hacia el puerto.
Quedaba otra dificultud: el pasar la barra. Recalde, Zelayeta y yo
llegamos a la punta del muelle en este momento. El atalayero, desde las
rocas, fue dando instrucciones con la bocina a Zurbelcha, y la lancha
paso sin dificultad.
Poco despues los naufragos estaban en tierra firme. De los dos hombres,
uno era alto, viejo, de sotabarba, vestido de negro, con gorra; el otro,
pequeno y moreno. La mujer llevaba un nino en brazos.
Zapiain, el relojero y corredor de comercio, se entendio con ellos. Eran
bretones, no hablaban mas que su idioma y algo de frances.
La goleta se llamaba _Stella Maris_, y era de la matricula de Quimper.
No pudieron explicar lo que habia pasado con los demas marineros. Sin
duda la tripulacion del barco, dandose cuenta del peligro antes que el
capitan, se apodero del bote, que choco con algun arrecife y se fue a
pique.
Dias despues, pasado el temporal, se intento sacar de los escollos al
_Stella Maris;_ pero fue imposible. La quilla estaba hincada entre los
penascos de Frayburu, y no hubo manera de arrancarla de alli y de poner
el barco a flote.
Los practicos desistieron de la empresa, y aconsejaron al capitan breton
que aprovechara la carga y abandonara lo demas.
Asi se hizo; cuando mejoro el tiempo unos cuantos hombres descargaron el
barco y lo desmantelaron. Quince dias despues, el cabo de miqueletes del
puerto de la carretera de Elguea participo al comandante de Luzaro que
en la pena llamada _Leizazpicua_ encontraron el cadaver de un hombre de
unos cuarenta anos de edad, arrojado por las olas.
Vestia el cadaver, traje de marinero, compuesto de elastica de lana de
punto y pantalon y chaleco con botones amarillos. Aparecia calzado solo
en el pie derecho; le faltaba la mano del mismo lado y tenia el rostro
carcomido.
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