gente fue afluyendo, primero, poco a
poco, luego de golpe; los dos bancos destinados a los parientes y amigos
se llenaron, y comenzo la misa.
[Ilustracion]
Yo estaba asustado; ya sabia que en el tumulo no habia nadie; pero me
parecia que alli dentro debia de estar agazapado el tio Juan con sus
cadenas y sus letras ignominiosas en la espalda.
De cuando en cuando sonaba el organo, y su voz armoniosa se levantaba
hasta la alta boveda. Yo miraba por todas partes, a pesar de que el
viejo Irizar me exhortaba a que estuviera con mas devocion.
iQue fervor el de aquellas mujeres! Arrodilladas sobre sus panos negros
rezaban con toda su alma. Eran algunas viudas de capitanes y de pilotos,
y, al recordar el hombre perdido en el mar, sollozaban.
Despues de la misa, el cura se volvio hacia los fieles y rezo por el
muerto y por todos los sepultados en el Oceano.
Entonces los sollozos aumentaron.
Luego, el cura se acerco al catafalco a rezar sus responsos y lo rocio
varias veces con agua bendita.
Yo me encontraba amilanado. Al salir de la iglesia, el sol palido
iluminaba el atrio. Irizar y yo nos quedamos a la puerta. Todas las
mujeres, con sus capuchones negros, cruzaron por delante de nosotros, en
procesion, hacia casa de la abuela, y tras ellas fueron saliendo los
senores, con su sombrero de copa, y los marineros y la gente pescadora,
con los trajes de pano y las manos metidas en los bolsillos del
pantalon.
Por la noche, la _Inure_ me aseguro de nuevo que mi tio Juan no habia
muerto. Yo le tenia que ver, tarde o temprano.
Su convencimiento se me comunico. Estaba persuadido de que un dia veria
a un senor con el aspecto de marino de los libros de mi tia Ursula, con
patillas, botas altas, leviton y sombrero de hule con cintas colgantes.
Hablaria con aquel senor y resultaria mi tio Juan.
Durante mucho tiempo, el misterio de Juan de Aguirre inquieto mi
espiritu, y con este misterio relacionaba aquel funeral en la iglesia,
con las nubes de incienso en el aire y el barco de vela colgado del
crucero, como si fuera navegando hacia los fuegos de oro del altar
mayor....
Una impresion semejante de misterio me producian las fiestas de Navidad.
En estos dias, el aire, la luz, las cosas, todo me parecia distinto.
Habia la tradicion, en Aguirreche, de armar un gran nacimiento en un
cuarto del piso bajo. Una vieja medio loca, la _Curriqui_, vestida con
una falda de flores y una toca blanca, era la encargada de explicar
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