o esto, muy verdad, unia las invenciones mas absurdas.
[Ilustracion]
--Algunas veces--decia--el mar se levanta como una pared, y en medio se
ve un agujero como si estuviera lleno de perlas. Hay quien dice que, si
se mete uno por ese agujero, se puede andar como por tierra.
--?Y adonde lleva ese agujero?--preguntaba alguno con ansiedad.
--Eso no se puede decir aunque se sepa--contestaba seriamente
Yurrumendi--; pero hay quien asegura que dentro se ve una mujer.
--Alguna sirena--decia el padre de Zelayeta, con ironia.
--iQuien sabe lo que sera!--replicaba el viejo marino.
Siempre que Yurrumendi hablaba de si mismo, lo hacia como si se tratara
de un extrano, en tercera persona. Asi decia: Entonces Yurrumendi
comprendio.... Entonces Yurrumendi dijo tal cosa.
Parecia que sentia ciertas dudas sobre su personalidad.
Yurrumendi tenia una fantasia extraordinaria. Era el inventor mas grande
de quimeras que he conocido. Segun el, detras del monte Izarra, un poco
mas lejos de Frayburu, habia en el mar una sima sin fondo. Muchas veces,
el echo el escandallo; pero nunca dio con arena ni con roca. Se le decia
que su sonda era, seguramente, corta; pero Yurrumendi aseguraba que,
aunque fuera de cien millas, no se encontraria el fondo.
Respecto a la cueva que hay en el Izarra, frente a Frayburu, el no
queria hablar y contar con detalles las mil cosas extraordinarias y
sobrenaturales de que estaba llena; le bastaba con decir que un hombre,
entrando en ella, salia, si es que salia, como loco. Tales cosas se
presenciaban alli. Bastaba decir que las sirenas, los unicornios navales
y los caballos de mar andaban como moscas, y que un gigante, con los
ojos encarnados, tenia en la cueva su misteriosa morada.
Este gigante debia ser hermano, o por lo menos primo, de otro, no se
sabe si tan grande, pero si con los ojos rojos, que en epoca de mayor
candidez y de mayor temor de Dios aparecia en Donosti, entre las rocas
de la Zurriola, con un pez en la mano, y a quien se le preguntaba:
_?Onentzaro begui gorri
Nun arrapatu dec array hori?_
(?Onentzaro, el de los ojos encarnados, donde has cogido ese pez?)
Y el pobre gigante de los ojos encarnados, en vez de desdenar la
pregunta impertinente de su interlocutor, contestaba con amabilidad:
_Bart arratzean amaiquetan
Zurriyolaco arroquetan._
(Ayer noche, a las once, en las rocas de la Zurriola.)
No se a punto fijo en que categoria colocaba Yurrumendi a su
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