n cable a
su cuello. Otra volara detras, con su cable amarrado a las dos manos de
usted cruzadas sobre la espalda. Puede avanzar sin miedo. Los
tripulantes de nuestros voladores conservaran siempre flojos estos lazos
metalicos. Pero por si usted intentase (lo que no espero) alguna
travesura, le advierto que los guerreros del aire tienen orden de dar un
tiron inmediatamente con toda la fuerza de sus maquinas, y que los tales
cables metalicos cortan lo mismo que una navaja de afeitar.... Y ahora,
gentleman, pongase de pie con cierta precaucion, para no causar graves
danos en torno de su persona. Debemos separarnos por unas horas; yo
marcho delante. Ademas, la comunicacion va a quedar interrumpida entre
nosotros desde el momento que usted recobra la posicion vertical,
aislandose en su grandeza inutil.
El ingeniero quiso protestar, algo ofendido por las precauciones a que
se le sometia.
--Ni una palabra mas--insistio el doctor--. Le advierto que anoche casi
demolio usted en la obscuridad una de nuestras maquinas voladoras al dar
un zarpazo en el aire. Falto poco para que cayese al suelo desde una
altura enorme, matandose sus tripulantes. Despues de esto, reconocera
que nuestro gobierno obra prudentemente al no tratarle con una confianza
ciega.
Se aparto el vehiculo-lechuza, sin que por esto la traductora, dejase de
dar ordenes a traves de su bocina.
Gillespie, despues de convencerse de que no quedaban cerca de el
personas ni animales a los que pudiera aplastar, empezo a incorporarse.
Sus piernas, tras una inmovilidad de tantas horas, estaban entumecidas y
se resistian a obedecerla. Al fin se puso de pie despues de largas
vacilaciones, y al recobrar su posicion vertical, los arboles mas altos
quedaron a la altura de su pecho. Todo su busto sobrepasaba la
centenaria vegetacion, y la muchedumbre de enanos, casi invisible bajo
el ramaje, saludo con un largo rugido la cabeza del gigante al surgir
esta por encima del bosque. Podian apreciar ahora la grandeza del
Hombre-Montana mejor que cuando le veian tendido en el suelo.
Los tripulantes de las maquinas voladoras se unieron a esta ovacion
haciendo evolucionar sus quimericas bestias en torno del rostro de
Gillespie. Pasaban tan cerca, que este tuvo que echar atras su cabeza
por dos veces, temiendo que le cortase la nariz una de aquellas alas
escamosas con sus puntas agudas como cuchillos. Las muchachas del
casquete dorado y larga pluma saludaban con risas los movimient
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