l descansar la
cabeza en la hierba, oyo junto a sus orejas unos trotecillos medrosos y
unos gritos de susto. Hasta sintio en su cogote el roce de varios
animalejos que parecian haberse librado casualmente por unos milimetros
de morir aplastados.
--Voy a pasar la noche en numerosa compania--se dijo Edwin--. iY yo que
me imaginaba esta tierra como un desierto!... Manana, indudablemente,
presenciare cosas extraordinarias y podre explicarme los misterios de
esta noche. iAhora, a dormir!
Y como si hubiese perdido toda curiosidad, fue sumiendose en el
sueno.... Pero antes de dormirse completamente sintio un pinchazo en una
muneca, algo semejante a la mordedura de un colmillo unico, una incision
que parecio llegar hasta el torrente de su sangre.
Quiso mover el brazo en que habia recibido esta herida y no pudo. Una
torpeza creciente se fue difundiendo por sus musculos y sus nervios,
paralizando toda accion.
Penso que tal vez habia serpientes bajo los matorrales y que acababa de
recibir su mordedura venenosa. Fue a mover el otro brazo, y, en el
momento que intentaba levantarlo del suelo, recibio una segunda
picadura, igualmente paralizante.
--Ya no hay remedio--se dijo--. Me han mordido las viboras.
Y cayo vencido por el sueno, como si se esparciese por todo su cuerpo el
sopor de un narcotico.
Cuando desperto, tuvo inmediatamente la certidumbre de habar dormido
muchas horas. El sol estaba alto, y al abrir los ojos se vio obligado a
cerrarlos inmediatamente. Ladeo la cabeza, huyendo de la causticidad de
su luz, y poco a poco fue entreabriendo el ojo mas inmediato a la
tierra, mientras conservaba cerrado el otro.
Al extenderse esta vision unica casi a ras del suelo, fue tal la
sorpresa experimentada por el, que volvio por segunda vez a juntar sus
parpados. Debia estar durmiendo aun. Lo que acababa de ver era una
prueba de que se hallaba sumido todavia en el mundo incoherente de los
ensuenos. Dejo transcurrir algun tiempo pura resucitar en su interior
las facultades que son necesarias en la vida real. Despues de
convencerse de que no dormia, de que se hallaba verdaderamente
despierto, volvio a abrir sus parpados lentamente, y se estremecio con
la mas grande de las sorpresas viendo que persistia el mismo
espectaculo.
Todo el lado de la pradera que llegaba a abarcar con su ojo abierto, asi
como la linde de la masa de matorrales y la tierra que quedaba entre sus
troncos, estaban ocupados por una muchedumbre de ser
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